Reflexiones, Seguridad vial

¿Qué nos pasa a los jóvenes?

A fuerza de tratar el mismo tema tantas veces, nos aburrimos y llega un punto en el que no le hacemos ni caso. Que si guerras en las antípodas, tifones en Asia, el genocidio de pueblos antiguos, regímenes corruptos… basta con ver el telediario. Catástrofes y desgracias que nos parecen lejanas, mientras aquí, en el primer mundo y en el estado del bienestar -según gustos- tenemos nuestras propias epidemias.

Fuente: RACC

El consumo de drogas, la siniestralidad en el tráfico, los accidentes laborales, violencia doméstica, acoso laboral… No tenemos todos los problemas de otros países pero tenemos otros. A nadie le llama la atención en la actualidad el hecho de que la primera causa de muerte en los jóvenes de 15 a 29 años es la carretera, por encima del SIDA y de las drogas. ¿Cómo hemos llegado a esta situación?

Los jóvenes, por definición, podemos ser impulsivos, arriesgados, inconscientes… y a la vez tener unas facultades psicofísicas perfectas, sentido de la responsabilidad, respeto al prójimo… En el colectivo al que pertenezco, las generalizaciones suelen tirar más hacia lo negativo que a lo positivo. ¿Y por qué? ¿Acaso la mayoría de jóvenes es irresponsable, adicta a drogas, irrespetuosa, cafre, incívica…? La verdad, prefiero pensar que no. Casi todo el mundo conoce en su círculo a un conductor joven que se hace Madrid-Barcelona en menos de cuatro horas y a la vez, a un chico o chica muy cauto que nunca se salta los límites de velocidad y que es más que prudente.

Lo siento si hiero el orgullo de alguien, pero mucho que se dice de las mujeres al volante y tienen 4 veces menos accidentes, y sabiendo que la proporción de sexos tiende al 50%/50%, es para sonrojarse, al menos.

Tendríamos que preguntarnos por qué murieron 1.387 jóvenes en 2005 víctimas de la carretera. Unos fueron inocentes, y otros culpables, pero ya no están aquí. No tendrán hijos. No se casarán. No trabajarán ni cotizarán a la seguridad social. No gastarán lo que ganen. No dejarán más huellas entre los vivos. Son una pérdida humana, pérdida social, pérdida económica… en resumen, una pérdida que no debe dejarnos tan indiferentes.

Evidentemente, no tuvieron todos esos chicos la culpa de su fatal destino, afirmar eso sería una abominación. Pero, a fin de cuentas, ¿por qué caen tantos jóvenes? La gente de mi edad y por debajo es el futuro. Los padres hacen grandes sacrificios por sacar adelante a sus hijos y que estos creen el futuro.

Fuente: RACC

Hubo una película hace pocos meses, llamada «Hijos de los hombres», en el que se trataba un futuro a la vuelta de la esquina donde ninguna mujer se queda embarazada, los colegios están desiertos, no hay niños, sólo adultos. La gente es consciente de que no tiene futuro, que cuando ellos se vayan, la humanidad se irá callando hasta el absoluto silencio.

Esto, que es una historia de ficción, bien puede poner los pelos como escarpias. Un mundo sin infancia ni juventud está incompleto y abocado a su desaparición. Entonces, si nos podemos comer la cabeza pensando en tamaño disparate, ¿por qué se ha convertido en habitual el que cada fin de semana caigan unos cuantos, que a fin de año se cuenten por centenas los muertos y otros tantos hayan sufrido secuelas de por vida?

Fuente: RACC

Por que esa es otra, los inválidos. Casi 8 veces más, 8.497 jóvenes quedaron inválidos permanentemente en 2005. Si no contásemos con los medios médicos de la actualidad, muchos habrían pasado a engrosar la lista de muertos, y de hecho, podrían haberse evitado más muertes con una asistencia médica a la altura de algunos vecinos europeos, pero eso es otro cantar. Intentemos abstraernos un momento de la emociones. A nadie le interesan los muertos ni los inválidos, quiero decir, que no benefician a nadie (exceptuando al eterno oficio de las pompas fúnebres y derivados).

Un joven muerto cuesta al estado 0,8 millones de euros, mientras que un inválido permanente supone 1,2 millones de euros. Si empezamos a hacer cuentas, en España se gastó el 0,46% del PIB en costes derivados de los accidentes en los que estaba involucrado algún joven, la nada desdeñable cifra de casi 4.200 millones de euros. Antes de tomar en consideración esto, habría que pensar, antes que en nada, en el coste humano irreparable que suponen los accidentes, pero no solo ya para los jóvenes, para la totalidad de la población.

La sociedad tiene que implicarse mucho para evitar este mal, empezando por las raíces y terminando en las hojas. Y aquí tiene que implicarse absolutamente todo el mundo, no sólamente las ONG, el Estado, los filósofos, el «no corras neng», etc. ¿Qué podemos hacer cada uno como individuos? Lo que esté a nuestro alcance. No podremos ponernos a la salida de las discotecas con alcoholímetros todos los fines de semana, ni evitar que entre ni un gramo de droga en las aduanas, ni estar en el momento del accidente como Superman para evitar tragedias. Pero si podemos concienciarnos a nosotros mismos y a los demás.

Podemos quitarle valor a costumbres «impuestas», como beber alcohol, el amor por la velocidad (¿qué niño que le gustan los coches no sueña con un Ferrari?), la cultura del riesgo, el «carpe diem», «yo controlo», fliparse… Y que conste, que toda la culpa no la tenemos nosotros. Los jóvenes, alguna vez fuimos niños, y por entonces, los adultos influyeron en nosotros. Crecimos en una sociedad con unos determinados valores y ahora, los adultos somos nosotros, pero con camino por recorrer. Que se trunque ese camino, no le interesa a nadie.

El informe que el RACC publicó hace pocos días es una llamada a la reflexión, no un simple panfleto propagandístico con numeritos y gráficos de barras. Mi abuelo ha usado muchas veces una frase de un filósofo francés, el señor Jean-François Revel, que dice algo así como que la muerte de los jóvenes es un suicidio al cuadrado. Y tras la elocuencia de la frase, está la realidad.

Si tienes 11 minutos, tómate la molestia de verte este vídeo publicado por la fundación RACC en la que se aborda el problema de forma muy objetiva, amena y clara:

¿Qué pasa con los jóvenes? Quisiera saberlo yo también.

Me tengo que no cuento con las soluciones, ni los estudios ni los medios para solucionar el problema. Como joven, intento trasladar mi preocupación a todos los que pueda y a la vez, aplicarme el cuento de lo que yo mismo escribo. De nada sirve que yo escriba aquí hablando de seguridad vial y me infle a soltar argumentos si luego por mi cuenta soy un temerario, un irresponsable y un inconsciente. Ya no sólo me preocupa mi propia seguridad, también pienso en toda la gente que lamentaría mi pérdida y que les causaría gran sufrimiento. Es mejor no saber cuánta gente lloraría en tu entierro.

Este blog no es más que un modesto medio de extender mis ideas, muchas de ellas, las he tomado de gente más cultivada que yo. No estoy descubriendo la pólvora, ni la gravedad, ni que cuando llueve te mojas. Cada cual debe pensar en qué puede hacer para evitar esto y a su vez, si alguna de sus conductas puede acabar mal.

Es triste, pero estoy seguro de que siempre habrá un colectivo al que todo le dará igual. Chicos como el que le dediqué una carta hace un tiempo (hechos reales), al oir todo este discurso y que le contasen la parte mascable del informe, tan pronto se fuera, no pensaría más en el tema y seguiría haciendo lo mismo. Los hay que nunca aprenderán, pero los demás, estamos a tiempo de corregirlo y evitar males mayores.

Piénsalo, son 4 chicos cada día.

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5 Comments

  1. A mi no me llama la atencion que la primera causa de muerte de los jovenes sea esa. En realidad no se hasta que punto me llama la atencion el numero de muertos jovenes ya que teniendo en cuenta el numero total de desplazamientos y de los cuales hay muchisimos que son hechos por jovenes con poco de carnet pues hasta cierto punto puede ser normal.

    Lo que esta claro es que que la primera causa de muerte sea esa es normal. Un jovdn por enfermedad no es normal que muera. Por mala suerte de que le caiga algo encima o cosas asi tampoco. Que muera envenenado por algo que come pues ni el ni nadie, que se monte en un avion y se caiga tampoco. Es decir, al final el unico factor de riesgo es precisamente el coche.

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  2. dani

    Estoy completamente de acuerdo con Portalvasco.

    Si de algo pueden morir los jovenes a dia de hoy es debido a los accidentes. De echo es la UNICA causa atribuible a este sector de la sociedad.

    Las grandes enfermedades mortales como el Cancer, raramente se dan entre los jovenes, y el SIDA ya se considera como una enfermedad crónica, y es perfectamente tratable con fármacos.

    Las drogas mas habituales que consumen los jovenes son el tabaco, el alcohol, el hachis, las pastillas e incluso podemos timidamente añadir la cocaina. Excepto el alcohol, ninguna de las otras drogas mata por sobredosis, y sus dañinos efectos solo se aprecian a lo largo del abuso continuado y cuando el joven ya entra en la etapa de adulto.

    ¿Que nos queda entonces? Pues los accidentes, y las estadisticas se ceban en los de tráfico porque el coche es el común denominador entre la practica totalidad de jovenes debido a la facilidad con la que se puede acceder a estos vehiculos.

    Resumiendo: el articulo me parece alarmista. Si, es una verdadera tragedia que mueran jóvenes, pero de algo tienen que morir ¿no?

    Y con respecto a la diferencia de accidentes entre diferentes sexos….. mejor me guardo la opinión

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  3. Javier Author

    dani, el tabaco no provoca sobredosis, el hachis no sé, pero el alcohol, la coca y las pastillas si pueden producir sobredosis. Y no hace falta esperar tanto para encontrar los efectos negativos.

    El artículo pretende ser alarmista, por que es una denuncia. Son muertes evitables. Lo siento, no admito el «de algo hay que morir». Siempre habrá muertos en carretera, pero no tendría por que haber mayorías.

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  4. Humilde conductor

    Se podrá reducir el número total de muertos por accidente de tráfico, pero no la proporción por edades. Lo jóvenes siempre serán los que se lleven la peor parte. Es normal, con la edad nos volvemos mas prudentes.

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