Me he encontrado al azar con un vídeo en Youtube que da que pensar bastante. Habrá quien lo considere una tontería, otros dirán que es estupendo:
Más de uno pensará que «predico para conversos», pero siempre está el recurso de enviar el vídeo a algún «infiel» de nuestro círculo de amigos, familiares, etc.
Trata de forma muy sensible y tierna un mensaje que a fuerza de oirlo tantas veces, a algunos les entra por la oreja izquierda y les sale por la derecha, o viceversa. Da que pensar.
También se puede decir el mismo mensaje con el método opuesto: imágenes totalmente explícitas. Pongo de ejemplo un Powerpoint que recibí la semana pasada por email, con imágenes de un accidente real y unas fotografías absolutamente impactante que pueden provocar náuseas en el acto. No pondré eso aquí ni loco, es demasiado desagradable, lo menciono y nada más.
No queremos saber nada del «gore» en anuncios o campañas, pero para algunos es el único recurso que funciona. Y cuando saben que lo que han visto no es un anuncio y que son muertos de verdad, la historia es diferente.
Lo siento, pero no puedo estar de acuerdo con mensajes de este tipo en los que se da a entender que no morir en la carretera está en nuestras manos.
Los accidentes ocurren, siempre ocurrirán. Respetar las normas de seguridad es un requisito imprescindible para reducir el riesgo hasta un mínimo aceptable. Salir a la carretera conlleva una serie de peligros, como todos y cada uno de nuestros actos cotidianos. Aterrar al conductor con la perspectiva de una muerte prematura (algo que además es estadísticamente muy poco probable) es contraproducente y peligroso.
La seguridad vial es un concepto tan manipulado y politizado que conviene no perder la perspectiva de para qué sirven las normas: para que matarse sea menos probable, no para lograr el riesgo cero. No engañemos a la gente instrumentalizando el dolor indecible de quienes han perdido un ser querido, la gente seguirá muriendo en la carretera. Y sobre todo, no culpabilicemos al conductor, porque los accidentes son a menudo fruto de un cúmulo de circunstancias que raramente tienen nada que ver con nuestra voluntad o capacidades.
Yo no he visto ternura en este mensaje, Javier, he visto demagogia y un uso despiadado de la autoflagelación. Lo urgente no es meter miedo, sino formar conductores maduros, responsables y conscientes del riesgo. No veo cómo podría lograrse este objetivo con métodos tan paternalistas.
Pablo está en lo cierto en eso de que el conductor sea siempre el responsable y el miedo el arma para solucionar las cosas. Sin embargo que no siempre tenga la culpa el conductor no quita el hecho de que el fallo humano es la principal causa de accidentes. De hecho la principal y más flagrante de todas estas cuasas es el exceso de velocidad, un factor que sólo el propio conductor puede controlar.
Yo sí veo ternura en el vídeo, incluso me parece muy cursi. Yo optaría por la actual campaña de la DGT en TV que ridiculiza las malas costumbres al volante.
» De hecho la principal y más flagrante de todas estas cuasas es el exceso de velocidad»
Sustente esaa afirmación con datos, por favor.