Finalmente me decidí a acudir al curso de «100 años de Historia del Automóvil», organizado por la Universidad, aunque me obligó a perder 2 días de clase. Entre Forempleo, un curso de habilidades directivas y el último jueves, que hice unas «minipellas» justificadas, ya van 4 jueves que no se me ve el pelo por mi Campus.
El tráfico y una leve falta de previsión me han hecho llegar justísimo, el coche lo metí en el parking a las 10:06 y llegué al auditorio justo cuando se disponían a empezar, por los pelos… La primera media hora se pasó rápido, con las habituales presentaciones y agradecimientos varios que marca el protocolo.
El auditorio estaba prácticamente lleno, para sorpresa de los asistentes y los organizadores, que se han quedado un poco cortos de folletos y obsequios. La primera charla la impartió Don Rafael Borronal (Presidente de la STA), que nos hizo una introducción histórica de la entidad, su relación con el mundo del automóvil en nuestro país y nos soltó algunos detalles de su dilatada experiencia profesional. Un gusto oírle.
A las 11.30 D. Enrique Barberá (Director Técnico de la STA de Valencia) nos dio una interesantísima charla sobre los inicios de la Historia del automóvil en España, y sacó a relucir unas marcas rarísimas de las que no había oido ni hablar y de las que hay muy poca información. Por lo visto hubo muchos intentos de crear automóviles y muy pocos tuvieron algo más que un cierto nivel de éxito: Hispano-Suiza, Pegaso, etc.
Soltó algunos detallitos técnicos muy interesantes, como potencias, limitaciones en competición, el consumo de un carruaje de vapor de 1860 (40 Kg/h a 15 Km/h), evolución de los motores… Había poco tiempo y muchísimo que contar, tuvo que apretar el acelerador al término de la charla y fue una pena, por que estaba interesantísima.
D. Nadal Pons Font, Jefe del Área de Vehículos del SEPIVA, nos introdujo al mundillo de las pruebas de regularidad con coches clásicos. Lo que parece una mayúscula tontería (mantener una velocidad media de 50 Km/h) tiene unos intríngulis muy curiosos. Uno no puede «dárselas de listo» y correr mucho para cumplir con la media, hay que tener en cuenta los errores de medición de cuentakilómetros y odómetros, la complejidad del recorrido…
Al final nos ha metido ganas a todos o casi todos de conseguir cualquier «trasto» de más de 25 años (un histórico), prepararlo decentemente e inscribirnos en una prueba de este tipo, en la que no hace falta ser un piloto experto: tener un buen copiloto con sentido de la orientación, cumplir con la velocidad media ¡por décimas de segundo!, respetar las normas de circulación, coche antiguo, sentido común… Diversión y competición con un riesgo relativamente bajo.
Tras el primer descanso, Javier Babío Descansa, que es arquitecto de la Junta de Andalucía, empezó una charla a la que le faltaba ritmo y parecía que iba a ser un poco aburrida, y admito que me empecé a quedar un poco amodorrado (algo normal en mi por la hora), hasta que empezó a ponernos «la chicha». ¿Que tienen en común el pentagrama, la máscara funeraria de Tutankamón, la Mona Lisa, el Auditorio de Valencia (Santiago Calatrava), o un Mercedes Clase C 2006? Más de lo que pensamos.
Con una magistral exposición, nos hizo llegar a la conclusión de que el citado Mercedes es estéticamente perfecto, pero no en base a gustos ni manías, sino a que cumple unas leyes geométricas más antiguas que el Imperio Romano y un cánon de belleza clásico como la proporción áurea. Cuando terminó, sólo cupo un enorme aplauso.
Continuará…
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