El lunes, mientras iba en un trayecto de tren hasta mi casa, me topé con esta carta en el periódico 20 Minutos (página 10). Cualquier comentario que pueda hacer al respecto sobra, ya que lo dice todo. Para los que piensan que nunca pasa nada, ahí va una réplica:
¡No bebas, no bebas!
Llegaste a mi vida hace unos cinco años. No recuerdo exactamente el día. Sí, el momento y las sensaciones. Y tu sonrisa. Eras un cielo aquí en la tierra. Todo dulzura. Mi amiga. Un ingrato acabó con tu vida hace demasiado poco tiempo como para que mis ojos, a medida que escribo estas palabras, no se llenen de lágrimas.
No voy a buscar explicaciones. No las hay. Simple y llanamente, no es justo. Me duele mucho lo que te ha pasado. Y me duele mucho el dolor de tu familia. En lo posible, estaré ahí para ellos, a sabiendas de que tú estarás siempre cuidándolos. Gracias por haber estado ahí. Gracias por seguir para siempre en nuestros corazones. Creo que soy un poco mejor gracias al hecho de haberte conocido.
A todo el que lea esto. Por favor, si vas a conducir, hazme caso. No bebas. No tomes drogas. No te creas en el derecho de acabar con la vida de alguna persona que tenga la desdicha de cruzarse en tu camino. No lo tienes. Hasta siempre, Susi. Carlos.
¿Cuántas «Susi» han muerto a manos de un conductor que ha bebido? Cámbiese «Susi» por cualquier nombre de hombre o de mujer. Y mientras esta forma de pensar no se erradique de la sociedad, este drama no tiene visos de acabar.
Una amiga de Helena me escribió hablándome de esta carta.
Me hablo del periodico donde había salido publicada, pero no la encontré.
Entonces ella me la transcribió.
La tenía pendiente de publicar.
Cuando la iba leyendo, estaba convencida que la había escrito algún amigo de Helena, hasta que me encontré con ese, «Susi».
Efectivamente, Helena es uno de los nombres por el que se puede cambiar «Susi» o viceversa.
Gracias por publicarla.
Flor, madre de Helena.