Dentro de la profesión de periodista del motor, hablando de profesionales, podemos encontrar pruebas más o menos objetivas, mejor o peor hechas. Hay veces en el que el periodista comete el error de aportar demasiado su gusto personal a una prueba que debería ser más imparcial.
Pero hoy no voy a hablar de periodistas profesionales, sino de los que aspiran a serlo. Frecuentemente recibo preguntas sobre cómo hacerse probador, qué hay que hacer, qué hay que aprender… Lo primero que quisiera recalcar es que no vale cualquiera para este trabajo (como en cualquier profesión).
Muchos son los que se consideran válidos, pero pocos son los que lo merecen. Estoy rodeado de potenciales probadores, por todas partes, hasta se pueden encontrar potenciales probadores que no tienen carnet de conducir o que solo conocen un coche, el de su padre o su madre. Todos empiezan/empezamos así.
Está claro que para hacer buenas pruebas se han tenido que conducir varios coches, por eso de contrastar, y es la pescadilla que se muerde la cola. ¿Y cómo empezar a probar varios coches si no se tiene esa posibilidad? No seré quien responda a esa pregunta, hay múltiples posibilidades.
A veces me pongo a leer pruebas de, fundamentalmente, bloggers españoles, por eso del idioma. Hay veces que leo análisis muy acertados, pero hay otras veces que me quedo profundamente decepcionado, y la lectura del artículo no me ha aportado nada. O nada que un anuncio o publirreportaje me pueda ofrecer.
En mi humilde opinión, que no es ni mucho menos un ideal a seguir, una prueba tiene que hacerse pensando en el tipo de cliente que va a ir detrás de ese coche. Sería una tontería criticar al Mazda MX-5 por tener un maletero muy pequeño, o decir que el Nissan GT-R es un coche caro y difícil de aparcar.
Cada cliente busca algo diferente en un coche, no podemos meternos en la piel de todos, pero sí quedarnos con los detalles más relevantes, intentar meternos en su pellejo y empatizar. ¿Qué querría saber una persona así de este coche? ¿Qué detalles priorizaría sobre otros y cuáles ignoraría?
Esa capacidad de empatía no la tiene cualquiera. Hay que intentar huír del ego, aunque a veces es inevitable y necesario para ser riguroso. El lector espera una componente imparcial grande, y una componente parcial pequeña, que es el estilo propio de cada redactor, y varía de uno a otro.
Cuando el propietario de un coche como el que pruebas está de acuerdo contigo en lo fundamental, aunque haya pequeñas discrepancias, la prueba ha sido buena. Si un dueño no está de acuerdo… uf, vamos mal. Pero que muy mal. Y hay que descubrir en qué se ha errado, y en qué punto. Y subsanarlo.
A veces, ha habido gente que se ha puesto en contacto conmigo para decirme que se decidió a comprar el modelo X por haber leído uno de mis análisis, y que estaba muy contento con la elección. Leer algo así es una de las mejores recompensas que puede tener el probador, os reconozco que me llena de alegría.
De momento, que yo recuerde, no ha venido nadie a quejarse de que se compró tal coche «gracias a mi» y luego se ha cagado en mis muelas. Toco madera. Me gusta que mis pruebas sean útiles, más para quien se comprará el modelo que para quien solo sea una curiosidad.
Luego hay otro tema, ¿qué pasa cuando pruebas un coche que te gusta? Los sentimientos nos pueden traicionar, y hay que joderse por profesionalidad y hablar también mal de los que te gustan, si se lo merecen. También hay que hablar bien, si se lo merecen, de los coches que no te gustan, o no te dicen nada, o jamás comprarías => OBJETIVIDAD
Procuro huír del «yo me lo compraría», pero alguna vez se me ha escapado. El amor es un sentimiento que implica amar las virtudes, pero también hay que amar los defectos y sobre todo, saber reconocerlos. Se hace justicia a un coche cuando sus virtudes y sus defectos salen a la luz.
Aunque a veces, es imposible poner cerco a la pasión, a la emoción o a la adrenalina, pero otra cosa es hacerlo por sistema.
No valen los mismos detalles de un coche a otro, está claro. Que un turismo que no se compra en absoluto para buscar comportamiento en curva sea criticado en ese sentido, es un detalle mal escogido. ¿Seguro que eso le interesa al cliente, o lo vemos desde la perspectiva de un conductor «quemado»?
Hay coches que hay que probar con esa mentalidad, desde luego que sí. Pero generalizarla no. No hay que ser un genio para decir que un compacto de menos de 100 CV no tiene como propósito la búsqueda de la deportividad, o una berlina de lujo pensada sobre todo para la comodidad.
Creo que como más se aprende en esta profesión es fijándose en los veteranos, y contrastar diferentes enfoques de pruebas. Los jovenes, por arrogancia natural, pensamos en que hemos inventado todo, ¡hasta el sexo! Pero hay que dejarse influenciar por quienes estuvieron antes que nosotros, ya sea o no en activo.
Cambiando de tema, ¿qué hay de las explicaciones técnicas? Hay modelos que las necesitan y las exigen, y si el probador las omite, las cuenta mal o ¿se las inventa?… mal. He llegado a leer grandes burradas, pero por ética no voy a dar ni nombres, ni medios… aunque a veces la tentación es fuerte, pero no soy así.
Otra cosa… hablar de fatiga de frenos, cambios de apoyos, precisión de la dirección, estabilidad… está muy bien, pero matizando en qué condiciones ocurre. Está claro que hay un punto en que un Dacia Duster y un Ford Mustang sobreviran, se vuelven inestables, se quedan sin frenos o se descolocan en cambios de apoyo, ¿pero cómo pasó? Ese es el quid de la cuestión.
Un monovolumen familiar difícilmente será deportivo, pues claro. Ahora bien, cuando vea a un padre de familia subir un puerto de montaña en plan crono y chirriar las ruedas en las curvas lentas, me plantearé la necesidad de informar de esos aspectos. De momento no es lo que imagino de un conductor así.
Las comparaciones hay que hacerlas con los rivales naturales del coche (segmento, precio, motorización, equipamiento…) Está claro que un Fiat 500 pesa menos que un Chrysler Voyager, y que el que sopesa la compra de un Ford Focus RS500 no está pensando ni en un Mercedes Clase E ni en un Toyota Land Cruiser. Las comparaciones absurdas sobran.
Luego está la relatividad. Un consumo de 10 l/100 km en un Porsche Panamera es un buen dato, en un cuatro cilindros de un compacto es una mierda de resultado (a igualdad de ritmo). Un SUV no es un 4×4. Un coupé no tiene por qué ser deportivo. No es lo mismo un coche potente que un coche divertido de conducir.
El que se compra un Volkswagen Passat Bluemotion no buscará la emoción al límite en los puertos de montaña, y se verá con 105 CV más que suficientes para sus necesidades. Ahora bien, si a 120 km/h a ese coche se le atragantase la quinta (que va a ser que no), pues sí habría que criticarlo.
También hay que intentar huír de los juicios extremos, o demasiado favorables, o demasiado desfavorables, y si ocurren, que se fundamenten en la objetividad. Puede haber coches muy buenos y coches muy malos. En fin, son tantas las cosas en las que fijarse…
No es lo que abunda, por otra parte, menos mal. No es que quiera sentar cátedra, ni dármelas de superior sobre otros compañeros del ramo. Aporto mi perspectiva y mi forma de ver las cosas, que por ser propia, no tiene por qué coincidir con la de otras personas. Cada uno tiene una opinión y un culo distinto.
Al fin y al cabo, también he aprendido cosas a base de equivocarme y recibir correcciones de mis lectores. De ellos también he aprendido, pero no nací con un volante bajo el brazo. A mi madre le hubiese costado más parirme. Nunca se deja de aprender en este trabajo, porque los coches evolucionan.
Por cierto, el orden de las imágenes es totalmente aleatorio y alejado de cualquier intención.
PD: Si estás interesado en ser probador, conviene que te informes un poco de qué son los coches de prensa, qué hace falta para entrar y qué aptitudes son preferibles/necesarias/imprescindibles. Suerte.
que grande eres javier, hay muchos por hay que se creen que saben, pero luego lo hacen todo mal. y sobre todo la seguridad sobre todo los aspectos.
Me gusta la reflexión que haces, pero la fundamentas en la objetividad e implícitamente tachas de poco deseable la subjetividad y creo que habría que matizar ese aspecto.
Lo que hay que evitar es la subjetividad encubierta, es decir, aquel redactor que esconde bajo un manto de objetividad una opinión subjetiva intencionadamente o no. Creo que el caso más famoso es el del grupo Motorpress con los modelos del grupo VAG.
Sin embargo la subjetividad declarada no tiene porqué ser mala. Supón una redactora que es madre de familia y quiere un coche de esos que yo llamo «sin alma»: cuadrado, amplio, capaz, muchos huecos, gasta poco y tiene bajo mantenimiento con un precio de compra competitivo.
Realmente, no hay nada de malo en que diga que le encanta un Scenic o un Verso siempre y cuando deje claro que su situación personal es propicia a ello.
Creo que ese tipo de opiniones subjetivas, bien razonadas, pueden cuajar con determinado público y que a veces, la objetividad, resulta en artículos fríos y previsibles a partir de la lectura de las especificaciones.
Por lo demás, repito, estoy de acuerdo contigo 🙂
Jeejeje, lo mejor del artículo es la aclaración del final, mejor alejar las asociaciones extrañas… ya pensé que «te comprarías el megane cc».
Respecto al contenido en sí del texto, qué razón tienes en las cosas que comentas, especialmente cuando dices eso de que no hay que mezclar conceptos distintos de coche y que no se pueden medir de igual forma.
Por cierto, gracias a internet tenemos una visión más objetiva del los coches, porque antes no quedaba otra de coger las revistas, que no sabías si estabas leyendo un guión para un episodio de más que coches o si directamente estabas viendo un anuncio…
Gracias por la aclaracion, ya me veia ordenes extraños en las imágenes 😉
Muy interesante el post, y sobretodo para aquellos que como dices, aspiramos a ser probadores y aun no tenemos el carné… ya llegara el momento.
Saludos, y gracias por tus consejos.
Muy interesante este post. Me ha gustado mucho. 🙂