Para evitar el apocalipsis vial (operación retorno), volví a la zona periurbana de Madrid después de pasar unos días en la Sierra a una hora prudente, en torno a las 19 horas. Afortunadamente apenas pillé tráfico, íbamos fluidos y a 100-110. Bajé de 5 l/100 km con un gasolina no-híbrido sin dificultad, no me dejaban ir más deprisa, y no había prisa alguna.
Ya desde la cuesta de Torrelodones-Casino de la A-6, me sorprendió una imagen insólita. Hacía tiempo que no podía ver Madrid sin boina. El aire era limpio de una punta a otra de la ciudad, se veían todos los edificios, parecía un pueblo pequeño. ¡JODER, SE VEÍA MADRID!
Ya en Getafe, salí a dar un paseo con mi novia por las calles, y eso daba gusto. La gente estaba en los parques, en los bancos, en la calle, apenas pasaban coches. Se escuchaba el piar de los pájaros, la risa de los niños o las conversaciones a poca distancia. Parecía que estuviésemos en un pueblecito en verano.
Por favor, que haya más Semana Santa. O semana blanca, o semana de lo que sea. Que le den más motivos a la población «flotante» de Madrid a que se vaya fuera y se lleve sus coches. Así, incluso puede hablarse de calidad de vida en una zona tan poblada. Sobra gente y sobra coches.
Ojalá fuese como en Alemania. Berlín tiene más habitantes que Madrid, pero es una ciudad de pocas alturas, aunque muy extendida en superficie. Han dejado sitio para árboles, la ciudad está rodeada de verde, el tráfico no es un caos total, hay espacio para la calidad de vida y el aire es más respirable.
Ayer, el aire de Madrid periferia era casi tan saludable como el de la Sierra después de una semana de lluvias. Mientras en unos lugares se quejan de despoblación o de aburrimiento, en otros nos quejamos de aglomeración y saturación humana. Y por qué no decirlo, saturación de motores contaminando.
Tal vez dentro de varias décadas, el parque automovilístico de Madrid sea fundamentalmente híbrido, eléctrico o como mínimo que el Stop&Start sea algo de uso masivo. Si baja muy considerablemente el ruido, la contaminación y la sensación de agobio que produce tanto coche… quizás no tendría esa sensación de saturación.
Pero el espejismo se ha terminado, antes del viernes Madrid volverá a tener su boina de partículas en suspensión, smog fotoquímico o como se quiera denominar, es igual. Ya no dará gusto respirar, ya no dará gusto ir por sus calles. Volvemos a la rutina de siempre. Esto de la Semana Santa hay que repetirlo más a menudo.
No deja de ser una opción hacer lo contrario que todo el mundo. ¿Que hay una semana de festividades y gente que empalma con días libres? Fantástico: id al pueblo, a la montaña, a la playa… que Madrid se queda como un lugar muy agradable donde estar con ¿la mitad? de población. Es como agosto, pero sin achicharrarse.
Fotografías: Moyan Brenn, F3rn4nd0_2, leobass (Flickr)
A mi no me cabe en la cabeza como a la gente le compensa irse de viaje en Semana Santa a expensar del atascazo que se van a comer con lo fácil que es planificar el viaje de otra manera, volver por la AP36 de La Comunidad Valenciana…
Como tú dices, planificarse es mejor, pero la AP-36 te supone 20 euritos de peaje si no recuerdo mal. Nunca la he usado.
Lo de apurar hasta el último momento y sufrir atasco de ida y de vuelta es algo que ni entiendo ni entenderé. Lo bueno de ser autónomo es que puedes evitar los días punta adelantando la ida o retrasando la vuelta.
Si la AP36 son 20 euros una pasta pero te aseguro que compensa sobradamente yo la he utilizado dos veces y es una maravilla y a estos viajes rara vez vas solo…
Hasta hoy cuando he venido a Madrid había atasco tanto de entrada como de salida, menos que un domingo de entrada pero pero de salida muchísimo más.
Bastante curioso( lo de salida) porque ni en Castilla y León ni Asturias ni Cantabria ni Galicia es fiesta.
A mi la verdad que me compensaría perder un día de vacaciones e irme el martes santo y volverme el sábado.
Y no solo lo de la boina, es que hay mucho menos trafico y mucho mas sitio para aparcar.
Y yo sufriendo en La Palma, hay que ver… Ahora en serio, preciosa la foto de la puerta de Alcalá con el cielo despejado, con tanta gente me imagino que se echa en falta un poco de paz y tranquilidad. Incluso en Tenerife me siento agobiado, ya tenía ganas de ir a casa. Tristemente todo se acaba, y nos invade la monotonía; otra vez.