En una entrega anterior, os conté cómo un ex vecino cabroncete me estropeó los dos paragolpes de mi Supra, sin nota de disculpa ni nada. Tras un mes y pico sin el coche, ya los tengo arreglados e impolutos a cargo de su seguro. ¡Gracias, ex vecino! Pero ha vuelto a pasar.
Esta vez le ha tocado al «colorao», pero el destrozo es un poco más importante. He tenido suerte, porque he podido pillar al fistro que lo hizo, y su seguro también me va a pagar un paragolpes nuevo. Y como soy un troll, nuevamente a servicio de carrocería oficial de Toyota para hacer más gasto (y para que me lo dejen tal y como estaba).
Una mañana cualquiera me voy a coger el coche para irme al pueblo de al lado. Reparé en que un coche que no había visto en la urbanización antes, un Saab 9-5, había aparcado al lado del mío, pero no le di más importancia. Cuando llegué a destino me encuentro la SORPRESA y es cuando menté a su familia.
Me tocó volver a toda leche a casa, donde seguía el Saab en cuestión, y tal y como sospechaba, PREMIO. Marcas de pintura roja que coinciden en tiempo, espacio y color con mis daños. De esta no te libras, majo. Tampoco me dejaron una nota de disculpa ni nada.
¿Por qué hay gente tan HIJA DE PUTA? A mi, que me lo expliquen. Con esta, el «colorao» ya acumula varios daños. Otro ex vecino (de otra urbanización) me rajó la carrocería con una llave, solo que no puedo demostrarlo, y otro desgraciado me estropeó el paragolpes trasero en Alcobendas pero no pude pillar al culpable.
¿Sabéis una cosa? A partir de ahora, coche que vea aparcado al lado del mío, coche del que tomo matrícula, modelo y color. Y al menor desperfecto llamo al seguro. Coño, para eso están. En el Prius tengo un todo riesgo con franquicia de 200 euros, y como comprenderéis, no voy a estar dando partes cada dos por tres.
Si no fuese por toda esta gentuza, tendría el coche prácticamente impecable. El paragolpes delantero tenía un mínimo meneo de aparcamiento contra un bolardo (culpa 100% mía) y un bordillazo en una llanta. Por lo demás, casi se puede comer sobre él recién pintado.
A veces no me gusta esto de tener pasión por los coches, porque lo veo y SUFRO. Si fuese una persona normal diría «ui, un bollito», y a vivir. Cada vez que veo un desperfecto en la carrocería de uno de mis coches lo paso mal. Al menos, he podido saber quién ha sido. Y no ha roto el faro, sensor de aparcamiento ni nada más. Pero la aerodinámica ya va peor.
Eso sí, le dejé una nota que decía algo más o menos como «Ya que me ha destrozado el paragolpes podría haberme dejado al menos una nota de disculpa. Ya se lo he comunicado a mi seguro. Atentamente, un vecino». Me moría de ganas añadir un «Y a ver si aprendemos a aparcar», pero me contuve.
Y lo gracioso es que ese Saab no parece de ningún habitual de la urbanización, sino de un dominguero sin modales, ni educación, al nivel de sus habilidades de aparcamiento. Gracias a todos por haber soportado estoicamente esta liberación de odio verbal, necesitaba hacerlo.
El «colega» bien merece que ponga su matrícula y todo el mundo sepa quien es, pero mi maldad no llega a tanto. Bastante tiene con lo que le puede subir la póliza el año que viene. De no haber pillado culpable, lo llevaría a Toyota igual, la diferencia de precio (200 euros de franquicia) sería mínima, y me aseguro el resultado. Ya he cambiado de vecinos, pero el problema no se soluciona. Es una cuestión de educación.
Esto significa que se puede dar parte a tu seguro para que se encargue de pasarle a la compañía del otro «elemento» la factura de la reparación de un daño que te ha provocado? ¿Cómo?
Claro Simón. Los seguros cubren los daños a terceros (en este caso el tercero soy yo), y si no sale de él hacerlo, lo hago yo. Mi aseguradora reclama a la suya, y como la culpa es del que atiza (mi coche era inocente, estaba parado) les toca soltar la pasta. Si no encuentras al culpable, si tienes a todo riesgo, lo puedes meter por daños propios. Si tienes franquicia te jodes a medias, y si lo tienes a terceros, te zampas los daños con patatas. Yo tuve la suerte de saber quién había sido, había restos a la misma altura…
Vale, muchísimas gracias Javier. A partir de ahora intentaré anotar las matrículas de los que aparquen a mi lado 😉
A mi Toyota le destrozaron la puerta del acompañante en un aparcamiento hace 2 años en Salamanca. Ni notas ni nada, y por supuesto no lo pillé. Pagué yo el arreglo, porque tengo franquicia.
En otra ocasión el tío de mi casera, que aparcaba en la plaza contigua a la mía le dio a mi pequeñin un «besito» en la defensa delantera. No lo reconoció, pero no podía ser otra persona. El coche estuvo 15 días parado y no tenía nada cuando lo aparqué. No era nada, incluso lo arreglé yo con un pincel de retoque. Si lo hubiera reconocido no hubiera dado el parte, sólo quería una disculpa, pero ni esa satisfacción me dio.
Todo este rollo es para decir que entiendo tu cabreo. Fallos tenemos todos, pero la diferencia entre un miserable (o directamente un h*j*p*t*, hablando en castellano…) y un caballero se ve en cosas como ésta.
Muy bueno tu blog. Te sigo desde tu época de motorpasión.
Un saludo