A estas alturas del año, empieza el periodo de tortura para los universitarios: la temporada de exámenes y trabajos finales. Aunque haya pasado unas cuantas veces por el mismo proceso (esta es la sexta vez) no termino de acostumbrarme. Me entra el mismo agobio y sopor que cuando empecé mi primera carrera, y siento que se me viene el mundo encima. Como las otras cinco veces, también lo compaginaba con el trabajo.
El primer año de periodismo -ya como alumno oficial- se me ha pasado volando no, lo siguiente. Me da vértigo el ritmo al que pasan las cosas, igual es que quería que el tiempo pasara rápido y me ha alterado el reloj mental. Quedan segundo, tercero y cuarto. ¿Y después, qué? Me pongo a pensar hacia dónde va la profesión, con un importante desprestigio social.
A veces, hasta creo que la sociedad podría funcionar sin periodistas, pero no sería lo mismo. Luego se me pasa.
Lo cierto es que el futuro no pinta nada bien. La profesión se encuentra en un proceso de implosión: las vacas sagradas caen, proliferan nuevas iniciativas por todas partes, pero ¿cuántas se consolidarán? ¿Cada vez habrá menos puestos de trabajo para periodistas? ¿Volverá a ser una profesión de corte elitista donde se conozcan todos? Sinceramente, no lo sé.
Mi profesor de Estructura social contemporánea -Salvador Perelló, un puto crac- nos da muchos ánimos de cara a nuestra futura vida: mileurismo como aspiración, paternidad retardada hasta más allá de los 35, jubilación sin pensión… No para de darnos «ánimos», pero en parte tiene razón. Doy fe de ello.
Hace dos semanas hablaba de esto con una periodista que se licenció a finales de los 70 y ahora tiene 60 años. Me contó que, mientras estudiaba, los alumnos escucharon que sería una promoción destinada a irse al paro, que sobraban periodistas. ¿A qué me suena? Es lo mismo que nos dicen a mis compañeros y a mi. ¿Acaso el periodismo se ha acabado en los últimos 35 años? No, ha tenido una época muy intensa, y los medios se han hecho muy poderosos. Ahora parece ser que es cambio de ciclo. Y vuelta a empezar.
No todos mis compañeros de promoción acabarán trabajando de periodistas, ni siquiera en comunicación. Algunos no terminarán la carrera, otros acabarán trabajando de cualquier otra cosa, o no se han enterado aún que están estudiando algo que no les gusta. Tienen todo el tiempo del mundo, son muy jóvenes, les esperan un sinfín de desengaños y malas experiencias, como nos pasa a todos. Otros sí ejercerán, y serán piezas imprescindibles para que siga funcionando la sociedad.
Por un lado me deprime tanto ERE, tanto cierre, tanto desprestigio. El mensajero se lleva la culpa desde antes de la Edad Media. Por otro, me ilusiona ver cómo hay gente que no se deja amilanar por tanta negatividad, y aspira a vivir de esto algún día. Os puedo poner ejemplos de publicaciones que han empezado, como Off Magazine o Adicto Magazine. Veo sus trabajos y siento orgullo, rebosan ilusión, si pensasen en serio en lo que se nos viene encima…
Las cosas solo están quietas en una fotografía. Todo está en continuo movimiento, y así seguirá ocurriendo
Estuve a punto de tirar la toalla y dejar la profesión, en un momento de máxima desilusión e incertidumbre. Pero volví a intentarlo. Deseo que mis compañeros no pasen por ese trance, y si lo hacen, que dure poco, o que sea para bien y vayan hacia donde se realicen y sean felices. Ya que vamos a pasarnos más de la mitad de la vida trabajando -o intentándolo- al menos que sea una experiencia satisfactoria. Si no, menudo desperdicio de vida.
Dentro de unos años, cuando sean rostros conocidos o plumas respetadas, seguiré sintiéndome orgullosos de haberles conocido, y de haber tenido la oportunidad de formarme con ellos. Seguro que alguien se pregunta qué pueden aportar decenas de post-adolescentes a un adulto que lleva trabajando 14 años en prensa y podría ser padre de unos cuantos de ellos. Pues, a decir verdad, mucho. Siempre uno puede encontrar algo nuevo en la gente, y la edad es lo de menos. Aunque solo fuese una inyección de entusiasmo y energía, me serviría. Eso nunca está de más.
La vida es un proceso continuo de aprendizaje, y en ese sentido, sigo siendo como ellos: un alumno. Espero seguir siéndolo toda la vida.
Chapeau
Buenos días Javier. Últimamente desde que Guillermo Alfonsín dejó Pistonudos, dicha página web sólo apareces tú en la gran mayoría de noticias y publicaciones. ¿Estás solo en pistonudos, o hay más colaboradores?
Gracias
La mayoría del trabajo lo hago yo, pero hay colaboraciones puntuales. Es una situación temporal, te ruego que tengas paciencia… como estoy haciendo yo 😛
Has planteado un tema que, en términos generales, creo que afecta -en mayor o menor medida- a muchas personas: la desaparición del trabajo. Estimo que a la luz de los cambios científicos y culturales de las últimas décadas se percibe una gran tragedia humana: todos somos desechables, apenas unos engranajes de un sistema perverso y cruel. El desempleo llegó para quedarse. A la hora de buscar explicaciones a este drama de los tiempos modernos, uno puede apelar a muchos factores: sea la tecnología (robots que hacen el trabajo de un hombre mucho mejor, más rápido y sin fatigas) o (computadoras, inteligencia artificial, que pueden decidir por nosotros); sea la globalización (cuando aletea una mariposa en Tokio aqui se produce un terremoto), sea la manifiesta incapacidad de nuestros gobernantes para cambiar el rumbo hacia una sociedad más solidaria y varios etcétera.
Tengo tus mismos temores y muy poco espacio para la esperanza.
Javier, decías que estás estudiando tu segunda carrera, ¿qué estudiaste antes? ¿Llegaste a completar esa carrera previa o te arrepentiste en el camino?
Perdona la curiosidad, pero te hacía periodista del motor desde que saliste del bachillerato.
Hola Miguel. A los 18 empecé a trabajar en esto, mientras hacía estudios de informática (Ciclo Superior, ASI). Luego di el salto a la universidad a los 21 con una ingeniería técnica en informática (3 años), que tardé 4 en acabar. Durante 6 años no hice ni el huevo, y el año pasado finalmente hice el proyecto final de carrera, con lo que me titulé. El «póster» lo recogí hace escasas dos semanas. Solo he ejercido realmente como informática entre 2008 y 2009, en el servicio técnico de mi universidad. Me di cuenta un poco tarde de que las salidas profesionales no tenían nada que ver conmigo. En 2020 habré subsanado completamente ese error, con 36 años.
También podré darme el gustazo de graparle en la frente el título de Grado en Periodismo a cualquier hater. Mejor tarde que nunca, ¿no crees?
Mejor tarde que nunca, mejor hacerlo que no hacerlo. Me alegro que te hayan salido las cosas como querías. Existe mucha gente que por miedo se queda atrapada en carreras que eligieron creyendo que era su vocación, para terminar descubriendo lo contrario.
Yo estoy atravesando un cambio de carrera también, por eso me interesaba tu caso. Aunque recién tengo escasos 23, me costó y me sigue costando terminar de completar el cambio. Miedo al «qué diran», al equivocarte de nuevo… ¿Quién sabe? No es una situación fácil, y es más común de lo que la gente quiere admitir.
Por eso, contar tu experiencia puede ayudar a algún indeciso que ande por estos lares. ¡Ánimo Javier y éxitos con la carrera!