Reflexiones sobre a dónde va esta industria, y de qué modo puedes influir en el resultado
Algunos se llenan la boca con expresiones como «recuperación», «fin de la crisis», «estamos creciendo»… pero, como siempre, la cosa va por barrios. Creo que no exagero si digo que la mayoría de los españoles no tiene esa percepción. Algunas cifras macroeconómicas son esperanzadoras, pero lo que importa es la gente, y no los números, que son interpretables.
Me vais a permitir que hoy haga de mi capa un sayo y sea corporativista. Voy a hablaros de prensa del motor, y del mal momento que está pasando. No me refiero exclusivamente a los medios tradicionales, sino a todos los medios de motor españoles, incluyendo los digitales por los que no has de pagar.
Amigo mío, hace años que nos hemos acostumbrado a lo gratuito. La llegada de Internet ha revolucionado por completo el panorama mediático y todas las grandes cabeceras del planeta lo han notado. Hay un cambio en el modo en el que la gente consume la prensa, y en prensa del motor no somos ninguna excepción.
Hace unas meses, mi compañero Guillermo os habló de la polémica que se montó por el canal DRIVE en Youtube, que pasó a tener contenidos bajo suscripción de pago. Se lió la marimorena. Se pidieron las cabezas de los responsables en bandejas de plata tras pasar por la guillotina. ¡Cómo se atrevían a vivir de su trabajo, habrase visto!
Y es que con toda esta moda de la gratuidad, se nos está olvidando que hacer las cosas no es gratis, aunque sí lo sea su consumo. Detrás de las publicaciones del motor hay un ejército de profesionales: periodistas, maquetadores, editores, técnicos informáticos, secretarios, fotógrafos… Toda esa gente, como yo, tiene la mala costumbre de gastarse dinero en comer y vivir.
Ahora mismo estás leyendo estas palabras sin soltar un céntimo, es gratis
Esta publicación se sostiene con publicidad, y de ahí vivimos los que trabajamos aquí. En la gran mayoría de publicaciones digitales es así: el lector no paga, y los profesionales cobran. Al menos hasta aquí, la teoría suena la mar de bien.
Tema distinto es el de las revistas de motor, que han visto cómo han perdido en torno a la mitad -o más- de su difusión desde 2007, según datos de OJD. Por ejemplo, en el periodo julio 2013-junio 2014, la tirada promedio de Autopista fue de 28.437 ejemplares, Marca Motor 63.750 ejemplares, Motor 16 36.068 ejemplares o Top Auto 22.890 ejemplares.
Cada ejemplo que he dado es de un grupo editorial distinto, y todos han caído en ventas. Hay una coincidencia de diversos factores a la vez para explicar esto. Los lectores más jóvenes no tienen la costumbre de pagar por acceder al contenido, el mismo que pueden ver en Internet con más rapidez y sin pagar. Ha bajado el poder adquisitivo del personal. Cayeron las ventas de coches y con ellas, la venta de revistas.
De toda la vida, y en España es hablar desde el Siglo XV, los medios de comunicación actúan como seres vivos: nacen, crecen, se reproducen y mueren. Toda cabecera, por longeva que sea, acaba muriendo. Esto es lo más normal del mundo, pero solía ocurrir que a rey muerto, rey puesto, otros medios tomaban el testigo de los que cerraban.
Por otra parte, las revistas de pago, como todo el mundo sabe, tienen un modelo de financiación mixto, es decir, el pago por ejemplar no cubre los gastos, y se complementa con publicidad. Pocas publicaciones se pueden permitir el lujo de no tener anuncios, como la extinta revista cultural Orsai, que aguantó tres años en el mercado.
Hay otro fenómeno aparejado, el de la caída de la inversión publicitaria
Como los fabricantes de coches también han notado la crisis, han reducido sus inversiones publicitarias, de la misma forma que han reducido su presencia en salones del automóvil. Si os menciono los de Barcelona o Madrid, creo que lo dejo todo dicho ya.
Así que si se reducen las ventas, cae la inversión porque hay menos difusión de los ejemplares. Y lo sumamos a una menor inversión porque sí. Muchos editores jefe se han llevado las manos a la cabeza, y por razones obvias. Las cuentas iban a dejar de salir. Los que no han cerrado, han tenido que afrontar dolorosas reestructuraciones.
En cuanto a los medios digitales, no se le escapa a nadie que también hemos sido afectados, y lo digo en general, porque he trabajado en distintos medios. Los «buenos tiempos» se terminaron. Los periodistas del ramo hemos ido perdiendo poder adquisitivo, como el resto de los españoles, porque cada vez hay menos para repartir.
Algunos medios han efectuado sangrantes recortes, echando gente o dándoles menos trabajo, o todo lo contrario: hacerles trabajar más por el mismo sueldo. Al que eso no le guste, ya sabe dónde tiene la puerta, que otros estarán dispuestos a hacer ese trabajo. Son malos tiempos y hay que apretarse el cinturón.
Hay otro tema que me preocupa un poco, y es el de la mala imagen que acumulan determinados medios por sus filias y sus fobias (¿quién no las tiene?) o el enfoque que le dan a sus contenidos. Me da igual que hablemos de prensa del motor como de prensa generalista, y esto me preocupa mucho como profesional. ¿Estamos los periodistas perdiendo tanta credibilidad? Me parece profundamente injusto.
Querido lector, la mayoría de los que llevamos DNI nos hemos fastidiado más o menos con la crisis económica, y por supuesto que hay casos más graves. Pero sin crisis económica también sería una mala época para esta industria, por eso que he mencionado antes de que «pagar» es un verbo cargado de connotaciones negativas.
Vivir exclusivamente de la publicidad no es nada fácil, y de hecho, la calidad más alta no suele ir aparejada a ese modelo de negocio. Mucho me temo, y sé que sonará desagradable, que tendrás que empezar a replantearte qué calidad quieres tener ante tus ojos, y hasta qué punto merece que lo valores.
Cuantos menor es el presupuesto de un medio, más atadas tiene las manos
Eso implica que más dependiencia a que cierto anunciante retire una campaña. Es menos presupuesto para realizar producciones complejas, como pruebas de larga duración, comparativas largas o incluso realización de vídeos con una calidad razonable. Y ya no hablemos de excentricidades como llevar los coches al INTA o bancos de potencia para ampliar las fichas técnicas más allá de los datos oficiales.
Cuando se acabe el chaparrón y vuelva a haber dinero en circulación, ¿cambiará algo? ¿Nos parecerá un robo pagar por una revista de tirada mensual 3-5 euros? ¿Y 10-12 euros por una trimestral? Esperad, ¿tendrá sentido hablar de publicaciones trimestrales directamente? Pues voy a romper una lanza y voy a deciros una cosa, sí. La actualidad va siempre muy rápido, pero la síntesis y el análisis tienen que ir en diferido.
Yo mismo, que estoy leyendo novedades todos los días, llego un momento en el que me pierdo. Demasiados lanzamientos, demasiadas versiones. La verdad, me gustaría de vez en cuando poder ver esa información convenientemente procesada, bien redactada y con todo lujo de datos. Y para esa función estamos los periodistas, nos pagan por procesar la información, digerirla, y presentarla al público en un formato más asequible.
Otra manía desagradable que nos ha entrado es la de las prisas
No hace mucho, cuando había un salón del automóvil, los periodistas se tomaban su tiempo para digerir toda la información que habían recabado, pues la revista tardaba en salir, y se podía trabajar con un poco más de calma. Ahora, con el ritmo que llevamos, no entiendo cómo no nos suicidamos más en el sector.
Al ritmo que vamos, habrá un día en el que los lectores demandéis todo en riguroso directo por streaming, que los fotógrafos tiren directamente por WiFi a galerías que podáis ver (sin retocar ni gaitas), y ver cómo los textos se van redactando en tiempo real, como cuando hablamos con alguien por Whatsapp. La calidad en el periodismo no es un concepto que se lleve bien con la prisa. La inmediatez está muy bien para Twitter, pero no para todo.
Como en el sexo, lo bueno lleva su tiempo
He leído muchísimas críticas a diversos medios por el tiempo que tardaban en publicar una novedad. Deberíamos pedir perdón por tardar dos a tres horas en leernos un ladrillo de 50 páginas, repleto de paja y relleno publicitario, esquematizarlo, escribirlo y repasarlo. Siempre hay alguien más rápido, o te pones a competir con velocidad, o te pones a competir con calidad.
Se ha llegado al caso esperpéntico de que medios «X» -se dice el pecado, pero no el pecador- anuncian por redes sociales que tienen TODA la información que ha salido de un modelo. Pinchas el enlace, entras, y ves algo del tipo «artículo en construcción». Con un par de cojinetes. La dictadura de los buscadores ha triunfado, se valora tener el contenido antes, la calidad… bah, es un concepto subjetivo.
Un medio en papel jamás podrá competir en velocidad con un medio digital, salvo que tenga el privilegio de disponer de información embargada. Sí, la misma que hay gente que publica antes de tiempo en digital, saltándose el embargo. Eso sí, estos medios sí pueden ofrecer un diferencial en calidad, porque se dedica más tiempo a hacer el trabajo. Solamente por ese pequeño detalle, no merecen desaparecer.
Es un concepto trasladable a los periódicos. Sí, salen al día siguiente, cuando ya hemos visto las noticias en Twitter, en Facebook, en Internet, televisión y radio. Ahora comparad el grado y riqueza de la información, el periódico suele salir ganando si el espacio dedicado a la información es el adecuado. Si hablamos de un artículo a una columna y pocas palabras, no se verifica lo que digo.
Ahora, querido lector, yo te pregunto: ¿qué tipo de información de motor quieres leer?
¿Quieres la máxima rapidez? ¿Quieres más calidad y análisis? ¿Estás dispuesto a pagar por ello, aunque sea una cantidad simbólica? Por ejemplo, imagina que tuvieses que pagar 1 euro al mes por ver contenidos en un medio digital, ya sea este o el que quieras. Pues esa modesta cifra haría magia contable en algunos medios.
La publicidad está sobrevalorada y no da tanto dinero.
Todo sector que entra en una espiral de precariedad, empeora sus servicios. Si los periodistas del motor perdemos ingresos y presupuesto, los medios cierran, implosionan o adelgazan. Unos sobrevivirán, y otros no. Los que queden, se repartirán trozos más grandes de la tarta, y otros que entren al juego puede que se estrellen, o que consigan sobrevivir. Darwinismo en estado puro, los que mejor se adapten al medio, pervivirán.
¿Qué salida veo a todo esto?
Pues que hay que hacerse a la idea de que el «todo gratis» no va a ser eterno. Habrá medios que darán sus contenidos de forma gratuita, y habrá otros que, con una financiación de los propios lectores, dispongan de más libertad y medios para trabajar. Quien cobre una cuota, por ejemplo, lo tendrá más fácil para producir vídeos, y la línea editorial se podrá desligar más (o por completo) de los anunciantes.
En teoría, los profesionales no debemos fijarnos en quienes se están anunciando a la hora de escribir. Sería lo ideal. En la práctica, a veces eso es un lujo, y todos conocemos en el sector casos. En el momento en que los lectores se den cuenta, desastre. No me vais a poder discutir esto: si quien te financia no tiene ningún poder de influir en la línea editorial, eres más libre. ¡En cualquier ámbito del periodismo se verifica!
Insisto, un día nos daremos cuenta de que la crisis, efectivamente, se ha terminado. ¿Qué merecerá la pena para gastar dinero y qué no, y en qué cantidad? La respuesta es muy personal, y todos tenemos una. Os dejo con vuestros pensamientos, ya he terminado mi alegato. Ni mucho menos quiero un escenario en que seamos pocos medios, yo quiero que haya variedad y que haya competencia, no un oligopolio. La variedad también es buena para vosotros, los lectores, porque os permite elegir.
El ciclo de la vida de los medios seguirá su curso
Unos caerán, otros vendrán. Y así en lo sucesivo. Pero tú, querido lector, tienes el poder de decidir a qué publicaciones apoyar, y de ellas, en cuánto se puede valorar ese apoyo a cambio de lo que recibes. Recuerda lo del euro al mes. Solo con que una mínima fracción de los lectores de un medio digital aportase un euro al mes, los ingresos podrían multiplicarse por más de 10, o incluso de 100.
Y lo mismo se aplica en el mundo de las revistas si pudiesen mejorar sus ventas a niveles próximos a los que había antes de la crisis económica (y no eran los mejores de su historia). Cuanto más dinero tengamos disponible para hacer nuestro trabajo, mejor lo haremos. Vuelvo al ejemplo del canal DRIVE. Las cosas bien hechas necesitan su tiempo y su esfuerzo. Para lo demás, está Twitter.
Artículo publicado originalmente en Autoblog Spanish el 31 de enero de 2015. Rescatado de la caché de Google, el original ha desaparecido, entiendo que a AOL no le importará...
Gran artículo. Aunque no soy periodista del motor, si es mi profesión frustrada. A pesar de ello, tuve la ocasión de escribir (sin cobrar) para un medio digital, y aunque se tenía la libertad de escribir post al libre albedrío, la actualidad mandaba, y dentro de ella ser los primeros en publicar. Daba igual la calidad y la hora que fuera (recuerdo estar escribiendo a la 1 de la madrugada) Sólo importaba estar los primeros en los buscadores y tener visitas. Vale que se vive de ello, y más con la fuerte competencia que existe, pero paradójicamente los post que daban más visitas eran los más elaborados; esos que te currabas durante horas en tus ratos libres. Al final dejé ese medio e hice mi propio y humilde blog al margen de publicidad y de novedades. Y a raíz de ello observé la gran cantidad de lectores que demandan calidad, pero también originalidad. En mi caso lo hago por afición, pero sabiendo el trabajo que lleva detrás, pagaría sin dudar para poder tener acceso a dichos contenidos, y más si se tratan de profesionales del motor.
Un lúcido análisis sobre los tiempos que nos toca transitar.
Con respecto a la gratuidad, coincido en que si los medios se independizan completamente de la propaganda y de la casi inevitable «subordinación editorial (debo quedar bien con el anunciante)» se lograría una libertad de opinión que muchos valorarían favorablemente. Es que a veces, por no decir siempre, una «crítica» es solo una forma más de propaganda dismulada.
La cuestión práctica a resolver es como convencer a millones de potenciales lectores para que aporten un euro o céntimos, que a nivel de la economía doméstica individual es una suma casi despreciable. Ese es el gran desafío.
Hola Javier,
Te sigo desde hace años y comparto en buena medida tu análisis de la corresponsabilidad de lectores y periodistas. No obstante, creo que, en el mundo de la prensa del motor, hay un problema añadido que no comentas. Los «aficionados al motor» no somos el público que las marcas quieren para su publicidad y, sin embargo, conformamos el grueso de lectores de webs como la tuya, pistonudos o km77.com. Las marcas necesitan que sus «anuncios de coches» lleguen a potenciales compradores y los «quemados» no somos mejores compradores que el resto (Si me apuras, lo contrario porque hay mucha compra de segunda mano buscando «sensaciones» de otros tiempos)
En ese sentido, sospecho que el futuro deparará, además, la creación de «paywalls» en las que la zona «para quemados» sea de pago y la zona «para potenciales compradores» sea libre y se financie con publicidad.
Personalmente, a mi no me parece mal. Soy socio de 3 medios digitales porque valoro su independencia y, a raíz de la lectura de tu artículo, acabo de donar vía paypal pero sospecho que habrá mucho «quemado indignado» que huirá de las webs que establezcan este tipo de barreras para acceder a datos o pruebas más detalladas (en circuito, bancos de potencia, pruebas de consumo más exhaustivas, etc) De hecho, hace muchos muchos años lo hizo km77.com y tuvieron que deshacerlo, sospecho que porque las cuentas no salían.
Un abrazo