Por fin me he decidido a publicar el primer vídeo en formato videoblog; mi cuenta de Youtube ya tiene más de 10 años pero no había dado el paso. Me cuesta mucho -en tiempo- tener un resultado aceptable, espero que esté mínimamente a la altura, aunque no soy Elrubius. De muchas cosas tengo que aprender bastante, como de esto.
Os introduzco brevemente la historia. Era el 8 de mayo y recibí un email un poco inquietante: «Me gustaría hablar contigo sobre un Toyota supra. Llámame por favor». Le pregunté qué quería, y me preguntó que si lo tenía y si iba a venderlo. Las dos respuestas eran evidentes, sí a la primera, no a la segunda, y que me daba igual la cifra. Pero mi misterioso internauta dijo algo que me hizo pensar: «No se trata de la cantidad sino de la historia de este coche en concreto».
No volví a saber nada de este tema hasta el 1 de julio, cuando me encontraba en Benidorm de trabacaciones, es decir, de vacaciones con el ordenador portátil a cuestas y a publicar cuando se pueda. Unas horas antes un retrasado intentó estamparme con su tontoterreno de más de 2 toneladas contra la mediana. Volviendo al tema, leí un correo más extenso en el móvil, y ya tuve que llamarle. Sabía cosas que no debía saber cualquiera sobre mi coche, sí, MI coche.
Fue en ese momento cuando caí en la cuenta de que, efectivamente, mi coche tenía un pasado del cual yo no sabía nada, ya que le perdí la pista con el penúltimo dueño. El chico que se puso en contacto conmigo, Aniol, me contó una historia impresionante, que en su momento me dejó con el culo torcido. Hasta aquí llega el cebo, para saber más, ya tendrás que ver el vídeo. A pantalla completa se ve mejor, está en alta definición (1080p). Mi ordenador ha sudado para renderizarlo, que tiene ya 10 años.
PD: Soy muy consciente de los temas de iluminación, continuidad, sonido… y que en Telecinco nunca me van a dar trabajo por mis «habilidades» audiovisuales, especialmente si depende de Gonzalo Serrano. Lo importante es la historia, no es un trabajo de fin de grado 😉
Pobres aquellos que nunca entenderán los sentimientos que pueden despertar los coches…
No hay palabras.
Si finalmente lo vendes, será un detalle por tu parte, pero echaré de menos el verlo de vez en cuando al salir de casa o cruzarnos en el pueblo.
Y me quito el sombrero con el muchacho por su perseverancia.
Ya nos contarás en que queda.
Un saludo.
No ha habido actualizaciones respecto a esta historia, ¿no?
No las he publicado, pero haberlas, haylas. Permanece suscrito y te enterarás puntualmente.