Cuando no tengo nada que hacer un viernes por la noche, suelo ponerme La Sexta hasta quedarme frito. Es el horario de emisión de «La Sexta Columna» y «Equipo de investigación». Este último programa es muy interesante desde el punto de vista periodístico, sus reporteros realmente se han jugado el tipo contra presuntos criminales, gente de barrios de mala muerte… hasta se ha podido ver cómo alguien les encañonó con una pistola.
El programa de ayer iba sobre las «carreras ilegales», un término tan difuso como puede ser «gran cilindrada» o «alta gama». El uso de esas palabras sin el conveniente rigor provoca confusión y que al final el lenguaje pierda su función, que es que emisor y receptor se entiendan. No creo que en este país haya un problema en ese sentido, al menos si estamos pensando en las cosas que se ven en «Fast and Furious».
Los guionistas del programa en mi opinión exageraron bastante algunas cosas, como cuando se referían a una «carrera ilegal» porque había unos chavales yéndose de tramo en una carretera donde apenas pasa nadie. Ojo, no es que quiera decir que es una actitud inocente, pero si realmente hubiesen estado compitiendo, habrían pasado mucho más rápido.
AVISO: ni se te ocurra intentar hacer lo mismo que ves en este vídeo (a partir de 01:47)
¿Y cómo sé eso? Lo primero, no soy corredor ilegal. En algunas presentaciones de coches he tenido la posiblidad de ir por un tramo a todo lo que me atreviese a ir, la organización había cortado el tráfico, por lo que el riesgo de lesionar a alguien era prácticamente nulo. Vamos, tramo cerrado al tráfico, conducción realizada por conductor profesional. Huelga decir que en esas jornadas ni yo ni mis compañeros del ramo nos hicimos daño. Estábamos advertidos de que no había tráfico, pero que los árboles y las piedras seguían en el mismo lugar.
En el reportaje se podían ver cosas como carreras de aceleración en un aparcamiento, donde el público se situaba atrás, y los coches iban en dirección a un lugar donde… no había nadie. No podemos hablar tanto de riesgo para la seguridad vial, pero sí de molestias para los vecinos, y no defiendo eso. Se puede disfrutar de la afición a los coches sin necesidad de molestar a nadie, y con eso no quiero decir que haya que ir a hacer carreritas a los polígonos industriales. Para eso están los circuitos.
Lo ideal sería contar con espacios habilitados con permiso de las autoridades, una mínima organización, seguro de responsabilidad civil… y que el personal pueda desfogarse. Es un concepto similar al de los botellódromos: si no se puede evitar que la gente beba, al menos que lo haga donde no moleste a los demás. Os pongo un ejemplo, el Motor Fest 2012 en Arcos de la Frontera. Y desengañémonos, las tandas en circuito son muy caras, primero por el alquiler de la pista (hace falta seguro, ambulancia, comisarios…) y por el desgaste que se hace al coche; debe ir perfectamente mantenido, que esa es otra.
De concentraciones y KDDs
He estado en varias concentraciones, y he conocido «quemaos» de toda clase y condición. Son minoría los que realmente son un peligro para alguien o para ellos mismos. La mayoría, al menos a mi modo de ver, tiene una afición más sana, y aunque haga alguna travesura, las consecuencias no pasan de hacer ruido, quemar algo de ruedas o estropear algo. He visto en directo cómo un garrulo reventó el motor de su Mitsubishi 3000GT haciendo cortes de inyección en un aparcamiento, pero estaba parado.
En una concentración siempre hay algún capullo que se pasa y que acaba atrayendo a la policía, con lo fácil que es llegar, aparcar, charlar con el personal, y luego volver a casa sin liarla
Hace tiempo que no voy a concentraciones, una mezcla de pereza, que no me sobra la pasta para gasolina (a lo tonto, ir y volver a una KDD con el Supra me sale por 15-20 euros) y que el ambiente a veces se enrarece mucho por todos aquellos que dan mala fama a los demás. Prefiero más el ambiente de las concentraciones de clásicos, donde los dueños suelen ser señores con las hormonas más tranquilas.
Al final, la conclusión que se puede sacar es que es posible ser aficionado, quemadillo o racing sin perjudicar a los que están al margen. Es la filosofía que defiendo aquí y en el medio que dirijo, que pese a llamarse espíritu RACER, no pretende hacer apología de conductas incívicas ni peligrosas. Entre beber agua y emborracharse con bourbon hay muchísimos términos medios, lo sano está más cerca del agua, claro está. Solo por clarificar, cuando se trata de conducir, agua, gracias.
De vuelta al tema principal del reportaje, lo he visto un poco alarmista. Claro que hay algunos capullos como Matías el Humilde o el «emprendedor» de Elche que quería que los periodistas comulgasen con ruedas de molino sobre la verosimilitud de los vídeos que le enmarronaban. Esa gente no es representativa. El típico aficionado suele estar pelado, tiene un coche normal, nada de «alta gama», aunque algún «gran cilindrada» está suelto por ahí.
Por cierto, ¿qué es «gran cilindrada»? ¿Un 3 litros? ¿Un 5 litros? Que me lo expliquen. Hoy día se venden tantos coches con cilindradas pequeñas que los que tenemos un 3 litros somos algo parecido a jeques árabes o algo así. Dentro de 10 años hasta mi Prius será de «gran cilindrada»; es un 1.8.
Otro detalle a destacar es el del accidente (agresión/homicidio vial sería más correcto) en el que un chico con pocos meses de carné embistió el coche de una mujer de 27 años, la cual murió. Su único pecado era estar conduciendo un coche viejo y obsoleto en materia de seguridad, un Citroën ZX, se podía ver en el atestado. El chaval en cuestión no iba participando en ninguna carrera ilegal, solo era un idiota yendo a 100 por zona urbana que se saltó un semáforo. No le habría venido mal pasar una temporadita a la sombra.

De no ser por ese tipo de fauna, no estarían algunas calles con resaltos que revientan medio coche aunque se respete el límite de velocidad indicado por la señal, ya no hablo de 50 km/h. Tampoco habría tanto radar poniendo multas a 61 km/h en zonas donde no hay peligro objetivo. Pero de la misma forma que digo eso, digo que al que pase cerca de un colegio rápido, prácticamente merece que le cuelguen del palo más alto. ¿Tanto cuesta hacer una correcta evaluación del riesgo y adaptarse a las situaciones tan cambiantes que hay en el tráfico?
No pasan todas las cosas que tienen que pasar, hay gente con mucha suerte, pero también hay gente con muy mala suerte y no suele estar implicada voluntariamente cuando se cruza con cierta fauna. Lamentablemente, no queda otra que convivir con cierta presión policial, para que el personal no se desmadre, y entender que la sociedad es poco tolerante con las conductas que tienen externalidades negativas.
El fenómeno sería un poco más grave si la juventud tuviese tanto acceso al dinero como en los años de la burbuja, cuando cualquier ponedor de ladrillos duplicaba mi sueldo actual (o lo triplicaba) y había dinero para coches, para modificarlos y para hacer muchas tonterías. La crisis, en gran medida, ha puesto coto a todo esto. Que las autoridades se han puesto mucho más bordes, también.
Quisiera ver algún día un estudio serio y solvente sobre qué aportación negativa tiene a la seguridad vial todo esto, pues de momento creo que me parece más peligroso que haya tanta gente empanada con el móvil aunque circule a velocidades estrictamente legales. No digo que haya que hacer la vista gorda, pero igual deberíamos escandalizarnos más por todo aquello que hace mal la mayoría, respecto a lo que hace mal una minoría poco representativa que por su propio bien tiene que estar algo presionada.
Para ver el reportaje en cuestión, hay que irse a Atres Player (recomiendo echarle paciencia), verlo en diferido en Movistar+ o similares, o esperar a una reposición.
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