He tenido muchos coches de prensa, pero siempre guardo un recuerdo especial para algunos. Uno de ellos fue este MINI One D (R50) que tuve cedido en agosto de 2005. Recuerdo perfectamente la emoción de sentarme por primera vez en su asiento después de que Manuel, el que entregaba los coches, me diese las llaves. Yo acababa de estrenar los 22 años.
No pude irme especialmente lejos con él, entre que estaba tieso de dinero y que estaba ya estudiando para recuperar las cuatro asignaturas que me habían quedado en primero de carrera. Al menos pude hacer un viajecito «corto» a un pueblo perdido de Guadalajara, con unas carreteras de curvas preciosas y muy disfrutables para los 88 CV que tenía el aparato -motor Toyota, por cierto-, y a la tierra en la que me crié y mi «playa», el embalse de El Atazar y alrededores.
Era un coche estupendo: andaba lo que tenía que andar, gastaba muy poco (fue fácil bajar de 4 l/100 km de gasóleo, cuando el litro bajaba del euro), iba razonablemente equipado y tiene una estética bastante intemporal a pesar de sus toques de diseño retro. Fue de esos coches que me fastidió devolver cuando se cumplió la fecha del préstamo.
Ayer mismo estaba circulando por la A-1, cerca del ramal de Sanchinarro, y divisé a lo lejos un MINI amarillo. Le comenté a mi pasajero que me recordaba a un MINI que tuve de prensa, con el mismo color, y que era un One D. Según me fui acercando, lucía la insignia One D. «Mira, uno como ese», le dije.
Anoté mentalmente la matrícula, 5412 DLJ, porque me sonaban muchísimo las tres letras. Apenas recuerdo cinco matrículas con numerito y todo, pero las letras al menos me suenan. Además, por la fecha, era fácil. Solo acerté a ver que el conductor era un hombre con melena larga y cardada. Iba acompañado por alguien. El estado del coche era razonablemente bueno, algún toquecito típico de aparcamiento y poco más.
Me quedé con la duda de si me había cruzado con mi antiguo MINI de prensa. Hace un rato abrí el disco duro donde guardo las fotos de TODOS mis coches de prensa. Van 19.803 en este momento (y no están todas). Podía haber mirado también el A-Z donde guardo las autorizaciones. Encontré las fotos de aquel MINI amarillo.
Y cayó el premio gordo, 5412 DLJ. Me ha hecho muchísima ilusión, primero, verlo de nuevo, segundo, saber que 14 años después aún está circulando y recibe cariño (algo al menos), aunque lleve la pegatina «B» de diésel contaminante y sea un apestado social. No me importaría recuperarlo algún día, pero no está el bolsillo como para eso.
¿Qué probabilidades había de encontrarme 14 años después con mi MINI One D de prensa? Supongo que las mismas que encontrarme con mi novia de entonces. Mejor cruzarme con el coche.
He dejado sitio en el recorte para la foto del Daewoo Nexia de mi colega José Miguel, cuya amistad conservo pese al tiempo transcurrido. Había más gente en una foto parecida, pero se han ido de nuestras vidas. Adoro estos reencuentros. Que yo recuerde, me he vuelto a topar con tres coches de prensa, un Chevrolet Captiva en Alcobendas, repetidas veces un Ford Fusion en el aparcamiento de mi facultad de Fuenlabrada (ya es casualidad), y este MINI. Si me he cruzado con otro más, no he reparado en la matrícula ni la he comprobado.
Qué bonito es el cabrón…
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