Uno de los consejos elementales para conducir cualquier vehículo es el de ajustar correctamente los retrovisores externos. Si el ajuste no es perfecto podemos correr el riesgo de tener accidentes por no «haber visto» un peligro. Vamos a verlo con ejemplos para que sea más didáctico.
A la hora de ajustar los espejos en un vehículo de cuatro o más ruedas, debemos tener una referencia muy pequeña de lo que es el final de la carrocería, haciendo que los espejos laterales abarquen el máximo posible de todo lo que no es el propio vehículo. Basta con un hilito de referencia de la carrocería, no más. Esto reduce el ángulo muerto. En dos ruedas basta con ver un hilo de los brazos, nada más, o ni eso.
¿Pero qué puñetas es eso del ángulo muerto? Nuestra vista está diseñada para mirar de frente y a los flancos, habilidad que se maximiza en la edad adulta, hasta cubrir un abanico de 180 grados, frontal y ambos laterales. La edad y los trastornos visuales reducen este abanico. En los laterales no hay visión perfecta, pero podemos percibir que algo se mueve por lo menos. La evolución nos ha hecho así.
He apañado un poco una vieja foto de prensa para ilustrar el concepto. Supongamos una conductora que se incorpora a una vía. Lo que sus ojos pueden captar directamente sale en la zona verde, ya con la cabeza girada. El retrovisor izquierdo le proporciona una visión de lo que se acerca por detrás. Lo que está en la zona roja es el ángulo muerto, ella no puede verlo.
Recientemente iba servidor circulando en moto por una carretera que estoy harto de recorrer. En determinado momento quise adelantar a un vehículo más lento, así que hice la rutina de siempre: RSM. Se hace en este orden, y no en otro:
- Retrovisor: primero se mira a ver si hay vía libre
- Señalización: se acciona el intermitente
- Maniobra: se cambia uno de carril
Según estoy metiéndome en el carril de mi izquierda, veo por el rabillo del ojo que hay una furgoneta en el mismo, y por escasos centímetros no me la llevé puesta. No tuve tiempo ni de asustarme, accioné el freno delantero e instintivamente volví a mi posición original. Obviamente alguien había hecho algo mal, y en una búsqueda rápida de culpables, no pude echársela al otro. Su vehículo era suficientemente visible:
Sí, era una Volkswagen Caddy con un llamativo color naranja, ¡como para no verla! Entonces, ¿por qué no la vi? Solo había una explicación, no tenía el espejo perfectamente ajustado, ampliando mi ángulo muerto natural. Conclusión, toda mi experiencia en años (15) y en kilómetros (andarán entre 250.000 y 500.000) no me había servido de nada porque había cometido un error de novato.
Cuando me subí a la moto por primera vez comprobé los espejos, pero digamos que no puse todo el celo que tenía que haber puesto. Cuando acabé adelantando a la Caddy le hice un gesto de pedir disculpas al otro conductor. O bien no la vi, o bien se incorporó al carril al que me quise meter en todo mi ángulo muerto. Para explicar eso mejor, vamos a ver un vídeo que me pasó un lector fiel, de esos que lleva mucho conmigo:
El protagonista del vídeo sale de un semáforo con su moto y dispone una visión perfecta de lo que tiene delante de él. Tiene una rotonda muy enrevesada, la Plaza de Cibeles (Madrid), donde se puede distinguir un vehículo negro (un BMW Serie 1) que, previsiblemente, va a continuar en línea recta, hacia Recoletos y Atocha, dirección sur -en el vídeo, de frente-.
En el segundo 10 esa parece la trayectoria más probable del BMW, pero el vídeo sigue. En solo 2 segundos se ve que el coche ha cruzado de un carril a otro sin aparentemente asegurarse que de que tiene vía libre. Mientras, la moto se acerca por su ángulo muerto. Cuando el motorista se da cuenta de que el coche está cruzando carriles en diagonal sin mirar, ya no tiene tiempo para reaccionar. Acaba de cometer un error.
En un interesante libro que estoy leyendo sobre condución sobre dos ruedas, «Cómprame una moto», de Ekhi Zurutuza, detalla un concepto que se llama UVA, elegir la mejor ubicación, velocidad y al menos una alternativa. El motorista no fue suficientemente previsor y no tenía una alternativa segura para evitar el peligro inminente. Además, el inconsciente le traicionó, y colisionó con el objeto con el que no quería chocar. Pasa a veces, es muy humano.
En el vídeo se aprecia que solo hay daños materiales. Todo bien, todo correcto, y yo que me alegro. Los dos conductores han obrado mal, el del turismo por cambiarse de carril sin mirar bien (su ángulo muerto ocultaba la moto), y el motorista por no prever ese movimiento mediante conducción defensiva. En otras palabras, el motorista debía haber supuesto -sin maldad- que el «gilipollas del BMW» iba a hacer precisamente lo que iba a hacer.
Mi casi-accidente fue horas después de hablar con el autor del vídeo sobre el análisis de las causas de su accidente. Casi me llevo un golpe kármico por listillo. Sí, la teoría nos la sabíamos los dos, experimentados conductores, pero bajamos la guardia. Cuando eso te pasa haciendo boxeo, te puedes llevar una hostia en la cara o donde no pensabas. En moto te puedes ir al suelo. En coche también te puedes piñar.
Como podéis ver, la experiencia acumulada conduciendo nunca es una excusa ni nos exonera de hacer las cosas bien
Todo lo comentado va más allá cuando las capacidades psicofísicas no son ideales, es decir, habiendo tomado un par de copas, bajo los efectos de un depresor del sistema nervioso (recetado por un médico), con un porro, conduciendo con muchas preocupaciones, cansado, discutiendo con el pasajero, o simplemente pensando en el sexo de los ángeles.
Moraleja: asegúrate SIEMPRE de que tus espejos están bien ajustados, para reducir el ángulo muerto. El ajuste es ideal cuando un vehículo desaparece del retrovisor y lo vemos inmediatamente por el rabillo del ojo. Fijaos en la foto superior. El espejo inferior curvo permite reducir el ángulo muerto a la mínima expresión, antes de desaparecer el vehículo adyacente ya es visible por el conductor con visión directa.
Y al menor atisbo de duda, ese en el que no sabes si hay algo o no que se te haya podido escapar, MIRA, gira la cabeza si es necesario, que a veces los retrovisores te dicen vía libre, el cerebro también, y cuando giras te encuentras un vehículo que ha aparecido «de la nada». Como la furgoneta naranja cantosa. Cada vez que lo pienso, creo que merezco un golpe de remo. Y he escrito un libro de seguridad vial, ¿no es para partirse?
De todas formas, la Flor de mi culo sigue funcionando muy bien y toco madera. Me he librado de muchos accidentes y de romperme muchos huesos por pura potra, pero en algo también se han notado las cosas que me han enseñado. A veces ni siquiera eso basta.
Por cierto, hay otra moraleja, y es que es bastante imprudente aproximarse en diagonal a otro vehículo, justo en la probable zona de ángulo muerto de su conductor. De poco importan las culpas cuando nos hemos hecho daño o hay daños materiales. Mi amigo motorista/lector ha estado dos meses esperando a que el seguro del notas del BMW le arregle su moto -irónicamente, una BMW-, al menos no le costó dinero, y los daños personales fueron anecdóticos. Iban muy despacio, llega a ocurrir eso en autovía y el desenlace habría sido muy diferente.
Y no olvides todo eso de la conducción defensiva. No quisiera finalizar este artículo sin recordaros que el libro «Cómprame una moto» es GRATUITO, se puede bajar instantáneamente sin registros, carritos de compra ni procesos de entrega. Es una lectura recomendable al 100 %, especialmente si eres motorista. Parte del libro está orientada a adolescentes que quieren tener su primera moto, pero también hay consejos en abundancia para esos que creen que lo saben todo. Como un servidor, a veces me ocurre.
Muy bien explicado la importancia del ángulo muerto, de conducir pensando siempre en una vía de escape o plan B y una cosa que por egoístas, muchas veces no hacemos y es prever el error del otro. Muchas veces, aunque intuímos una maniobra errónea de otro conductor somos «cabezones» y decimos yo voy bien por mi carril y no facilitamos el paso al que lo está haciendo mal, la mayoría de las veces termina con un frenazo pero puede terminar con un accidente. Creo que al volante hace falta más formación (en técnicas como al que nombras UVA y no solo para motoristas!) y sobre todo más empatía!! solo con ponernos en el lugar del otro conductor ver si es un joven sin experiencia, alguien que va perdido, una persona mayor… seremos más comprensivos con sus errores y ayudaremos a pacificar el tráfico