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La transmisión del COVID-19 por aerosoles ya se admite (medio año después) en España

Aunque estemos informados puntualmente (o creamos que lo estamos) siempre hay cosas que se nos escapan en tiempos de infodemia. No me considero una excepción. Durante meses creí, como millones de españoles, que el coronavirus de la COVID-19 se transmitía por gotículas al respirar, hablar, toser… y que es precisa una distancia de seguridad. El tema de los aerosoles me era un poco ajeno.

Por hacer una explicación sencilla (y con el justo rigor científico) hay que pensar en los aerosoles como en el humo del tabaco. Supongamos que estamos en un espacio abierto con un fumador. A cierta distancia su humo no nos molesta, pero en un espacio abierto. En un espacio cerrado sin suficiente ventilación sí nos molesta su humo porque lo respiramos, aunque esté un poco más lejos. Hagamos lo que hagamos, respiraremos humo en algún momento.

Si en vez de humo hablamos de aerosoles, llegamos a esta conclusión: en cualquier espacio cerrado sin suficiente ventilación (sin renovación de aire con filtros HEPA) podemos tragarnos el puto bicho si una persona infectada (tenga síntomas o no) ha estado unas horas antes en el mismo lugar por eso, los aerosoles, que son partículas que permanecen en el aire. No es el caso de un avión de pasajeros, donde se renueva el aire cada 6-7 segundos y tienen filtros HEPA, y para coger una carga viral suficiente habría que estar al lado de un infectado en un vuelo de ¡54 horas!

Algunas cosas siempre se saben tarde, aunque se hayan avisado tiempo atrás. Ayer mismo me vi -en diferido- el directo del viernes de «Milenio Live» (T3x06), sí, el programa que hace Iker Jiménez desde su casa. Resulta que este señor ya dio voz ¡en febrero y marzo! a otro señor, Pablo Fuente, que a su vez se hizo eco de un estudio que ya decía que el coronavirus se transmitía por aerosoles, en otras palabras, transmisión aérea. Podéis dirigiros al instante concreto 11:35 y se os quedará la misma cara de gilipollas que a un servidor.

Esto explicaría muy bien la explosión de contagios que hubo en España en marzo. Muchos le echan la culpa al 8-M por eso de que se ampararon reuniones multitudinarias a las puertas de una pandemia porque había que convertir los «piropos» de putos plastas en un delito y otras consideraciones ideológicas. Quien dice 8-M dice también partidos de fútbol, el mitin de VOX y otros eventos multitudinarios de aquel fin de semana. Hombre, con rigor científico podríamos decir que el 8-M no fue tan grave en sí como las aglomeraciones en el transporte público de esos días sin mascarillas. Aerosoles para todos… y los resultados ya los conocemos.

Pero bueno, eso es agua pasada ya, y el daño ya está hecho. ¿Y ahora? Nuevas recomendaciones sanitarias van a aparecer a la vista de la abrumadora evidencia científica detrás de la transmisión por aerosoles. Sintiéndolo mucho para quien esté afectado por ello, hay que abstenerse de cualquier actividad en espacios cerrados sin ventilación en la que haya que quitarse la mascarilla, y lo digo más que nada por la hostelería, porque en las aulas, teatros, cines… es viable tener la mascarilla puesta de principio a fin.

Si la mascarilla filtra correctamente (está homologada, o no es desechable y se ha reutilizado tras x horas) el riesgo de contagio por aerosoles es muy bajo. Si nos metemos a comer, beber o quitarnos la mascarilla por cualquier otro motivo, unas inspiraciones son suficientes para trincar carga viral y contagiarnos. Y sí, la potencial carga viral que se dispersa aumenta al reír, al cantar, al gritar o al hacer ejercicio físico -esto último va por los gimnasios-.

No se me puede considerar «Capitán a posteriori» porque esto no lo sabía. Sí recuerdo haber visto esto en un telediario, no cuándo lo vi, pero estaba mezclado con otras tantas cosas y en una maraña de publicaciones científicas que no todas habían sido revisadas. El exceso de información (infodemia) es comparable a la falta de información a veces.

Pensando en retrospectiva, sí, algún riesgo he corrido desde la desescalada estando en algún lugar de esas características quitándome la mascarilla, pero como norma general me he protegido. Y en los casos en los que he percibido más riesgo, como subirme en un autobús durante una hora, en vez ponerme la mascarilla  me he puesto dos (no, no te quedas sin oxígeno ni chorradas por el estilo). Ponerse la mascarilla es como ponerse un condón para tener sexo seguro, un incordio, pero un incordio sobrellevable y necesario.

El conocimiento sobre la problemática de los aerosoles permitirá hacer protocolos sanitarios mucho más adecuados y que nos protejan mejor a todos. Y también será un aliciente para que, cuando visitemos amigos o familiares, no nos quitemos la mascarilla alegremente pensando en que ellos ni nos pueden contagiar (y viceversa) solo por que sean… amigos o familiares. Sé que es una putada ver a nuestros padres, abuelos, amigos… con el «bozal» puesto, pero la finalidad última es no seguir contribuyendo a la difusión del puto bicho.

Ojo, que no solo Iker Jiménez y compañía han dado voz a los científicos que llevan tiempo dando la alerta sobre estos temas, cosa que el ministro Illa y el señor Simón se han pasado por el forro de las partes durante meses, también hay espacios de divulgación como «La reunión secreta» donde se han podido ver estas cosas. En el telediario uno no se entera siempre de todo, y quisiera que no se me lea esto imaginando que llevo puesto un gorro de papel de aluminio en la cabeza. Todavía no me he vuelto gilipollas.

Por favor, estad informados adecuadamente, los medios de comunicación generalistas no siempre lo cuentan todo (o porque no lo saben, o por cualquier motivo), que hay que huir de los discursos negacionistas o magufos tipo «Médicos por la verdad», y que no hay que poner los derechos y libertades por delante de la salud por sistema, y que hay que usar también la cabeza.

En resumen…

El coronavirus se contagia con mucha facilidad en espacios cerrados sin una ventilación adecuada, especialmente si no hay distancia de seguridad (para aerosoles hablamos de hasta 15 metros), especialmente si no llevamos la mascarilla puesta y bien ajustada (asomar la nariz es lo mismo que tener chaleco antibalas y dejarlo en casa), y que el riesgo se disminuye o neutraliza en espacios abiertos, con distancia de seguridad y con mascarilla. Y, obviamente, mantener una higiene lo más escrupulosa posible.

Cuanto antes se haga caso a los que realmente saben de esto (médicos, epidemiólogos, veterinarios, investigadores…) menores serán las consecuencias. Hay dos salidas a la pandemia, que es la vía china (PCRs por millones, cierre al turismo sin cuarentenas, control de población por aplicaciones, respeto de las medidas o te la cargas… en resumen, matar al virus), o convivir con él hasta que se haya logrado una inmunidad de grupo tras vacunación masiva y dejando atrás pérdidas insoportables en el tejido económico, social y humano; decenas de miles de muertos en el caso de España.

En una publicación anterior (14 de abril) eché una previsión de 80.000 muertos en España, luego creí que me había pasado varios pueblos y provincias, y habida cuenta que no vamos a tardar en llegar a los 60.000 muertos reales, empiezo a pensar que no iba tan desencaminado. Dad por sentado que las navidades de este año van a ser una mierda en lo social, y que vamos de cabeza hacia un confinamiento general bis, varios países europeos se lo plantean en voz alta.

A todo esto, decir que hoy es el día internacional del cáncer de mama, y que lamentándolo mucho, la falta de atención y diagnóstico previo a miles de mujeres desde el inicio de la pandemia va a tener un daño adicional al del COVID. Y estremece pensar en ello.

Me despido con una reflexión. Como ciudadano, considero que el Estado tendría que indemnizar a todos aquellos negocios a los que están arruinando con las medidas sanitarias impuestas y, como mínimo, exonerarles de pagar impuestos cuando sus ingresos sean afectados por ello. Como contribuyente, me echo a temblar pensando en el coste que tendría eso, pero ¿sería peor el remedio, o no hacer nada?

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2 Comments

  1. buruburu

    También para mí fue una novedad el planteamiento del contagio por aerosoles.
    De todos modos, me da un cierto repelús cada vez que oigo por ahí, tanto a gobernantes como a ciudadanos, la necesidad de las mismas medidas de protección que se tomaron en marzo.
    ¿Es que no hemos aprendido nada en estos meses? Bueno, la mascarilla, que entonces «era inútil». Y los anticoagulantes, y menos entubar, etc.
    Por otro lado se habla mucho de las vacunas y casi nada del gran efecto positivo de evitar la obesidad (para algunos no es tarea fácil) y los niveles bajos de vitamina D (esto sí que es fácil y barato de corregir). Nada de esto veo en informativos generales, y algo en publicaciones especializadas…

    Reply
    1. Javier Author

      Pues lo de la vitamina D sí lo he visto en medios generalistas. En Antena 3, Telemadrid, ABC, La Sexta, Marca, Las Provincias o Diario de Sevilla (entre otros) lo han mencionado por lo menos alguna vez.

      De la primera ola a esta hay muchas cosas distintas, en la primera ola no había apenas protocolos, estábamos casi todos encerrados. Antes del encierro que no había que dar la mano, abrazar ni besar… con una eficacia per se bajísima.

      Lo que tenemos que aprender esta vez es que incluso las visitas a amigos y familiares tienen que hacerse con mascarilla, y en espacios cerrados aún más precaución que en los abiertos, por lo antes mencionado.

      Un saludo.

      Reply

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