
Seguro que más de uno se va a sentir identificado con lo que va a leer a continuación, o conoce algún ejemplo en su círculo más cercano. Pensemos en el ciudadano X, no importan sus características, ni su sexo, ni a quién vota. Tiene un coche que usa para desplazarse de un lado a otro, un simple medio de transporte que ya no está nuevo ni hay garantías que vigilar. El ciudadano X no sabe nada de mecánica. Tampoco destaca como conductor, trata de cumplir con las normas y no se mete en líos con la Guardia Civil.
El ciudadano X no se preocupa del estado mecánico de su coche. A veces se fía del consejo de terceros -algunos de ellos son «mecánicos»- y cree tener el coche en buenas condiciones. El ciudadano X va al dentista cuando le duele algo, si no, no. El ciudadano X lleva su coche al taller cuando se rompe algo, si no, no.
Lo que el ciudadano X no sabe es que cualquier día puede apuntarse a las estadísticas de la DGT en la sección de anécdotas: accidente por fallo mecánico o de algún elemento del vehículo (el 90% son errores humanos). Los sistemas de seguridad activa y pasiva del coche pueden estar en mal estado por simple negligencia. Contará estadísticamente como fallo mecánico, pero será otro error humano. Nadie le ha dicho al ciudadano X que su coche es un peligro, aunque en la ITV el coche ha ido pasando.