En una noche reciente, tuve dos sueños seguidos, productos de una mente cansada después de muchas jornadas agotadoras física y mentalmente (valga la redundancia). En uno de ellos, se me repitió algo que mi subconsciente teme: no haber devuelto un coche de prensa en… meses. Obviamente nunca ha pasado, siempre he cumplido los plazos.
Más o menos acontece así. Me encuentro fuera de Madrid, cuando me llama mi madre por teléfono, y la conversación es más o menos así:
– Madre: Hola Javier.
– Javier: ¿Qué tal?
– M: Mira, te llamo a ver si resuelves de una vez lo de ese coche.
– J: ¿Qué coche?
– M: El todoterreno que tienes aparcado en la calle desde hace meses, que ha vuelto a aparecer.
– J: No sé de qué me hablas.
– M: Sí, ese que te dejaron hace años y te olvidaste de él. ¿Puede ser un Kia Sorento?
– J: ¡Pero si ese coche me lo dejaron en 2006!
– M: Pues sigue aquí.
– J: ¡No jodas! ¿No lo he devuelto todavía? :O