Recientemente colgué en Motorpasión la prueba del Saab 9-3, un sedán de segmento medio/alto que rivaliza con BMW, Audi, Alfa Romeo… Para mi escribir dicha prueba tuvo un valor simbólico, y explicaré por qué. No puedo olvidar el accidente que tuvo uno de mis mejores amigos en este coche. Él iba de copiloto, conductor bebido, a toda leche (casi 200 Km/h), llovía y en una curva limitada a 90 Km/h de la A-6 perdió el control.
La estadística en esos casos es muy sabia: de madrugada, fin de semana, varios chicos rondando la veintena, alcohol, exceso de velocidad, coche nuevo de 150 CV… en fin, que la cosa «prometía». Fueron seis rebotes contra las protecciones de cemento. Ilesos, pero con molestias en el cuello. En cierto modo, le debo la vida de mi amigo a este coche, y era el modelo de 2003. Hoy se vende una versión actualizada estética y tecnológicamente, pero la base es la misma.
Sin cinturón, todos muertos. Sin reposacabezas bien ajustado, desnucados. Sin airbags graves lesiones y heridas. Pese a la aparatosidad del accidente el habitáculo del coche, como puede verse más adelante, estaba prácticamente impoluto. Para quitarse el sombrero…