Quien haya leído últimamente Motorpasión y no haya mirado cómo suelo hacer las pruebas de coches, pensará que me he vuelto completamente loco. Mi última «víctima» ha sido una furgoneta de reparto en color blanco y 120 CV, concretamente una Citroën Jumpy. Mi forma de redacción ha sido… diferente, por así decirlo.
A lo largo de las cuatro partes se unen ciencia y ficción con una dosis muy sutil, pues ante todo la furgoneta blanca es un mito, uno de los vehículos más rápidos de España. ¿A quién no le ha «quitado las pegatinas» una furgoneta que iba a toda pastilla? Juraría que son más rápidas que el BMW Serie 3 negro, Peugeot 407 negro/gris (la elección favorita de los cagaprisas), SEAT León FR TDI amarillo o el Mercedes de pureta en color plateado o azulado con el intermitente izquierdo puesto todo el viaje.
El mismo director de la DGT ha hablado de estos vehículos industriales ligeros, que a veces son un peligro público. La gran presión a la que son sometidos sus conductores, ya sean autónomos o asalariados, y la falta de regulación del sector, a veces confluye en despropósitos. El conductor de un autobús o un camión no puede correr, ni pasarse de horas conduciendo, descansar tanto… gracias al tacógrafo. Los «furgoneteros» no.