La pandemia de COVID-19 nos ha cambiado para siempre, incluso la forma de relacionarnos con nuestros semejantes. Hoy voy a hablar brevemente de aquellos que, por el motivo que sea -exceptuando razones médicas- deciden no vacunarse. Tal vez esto lo lea algún amigo antivacunas y deje de serlo, me arriesgo a ello.
Al igual que tú, querido lector, estoy de la pandemia hasta los mismísimos co**nes. Estoy harto de saludar con el codo, de estar pendiente de la higiene de manos, de la mascarilla, de la distancia social y de otras tantas cosas. Por eso, como estoy harto, me vacuné lo más rápido que pude hacerlo, ya no solo pensando en mí, también pensando en los demás (incluso gente que no conozco). Y sigo siendo todo lo prudente que puedo, sin vivir recluido cual monje.
Estoy en mi peso adecuado, tengo buena salud, hago deporte… y con mi edad hay gente que se ha muerto. Vaya, igual era para preocuparme un poco. Ahora, vacunado, eso ya me acojona un poco menos, lo peor que me puede pasar es que un día dé positivo en una prueba y tenga que estar unos días en casa. Encargo una compra al supermercado del pueblo y el resto, entre tú y yo, me la traerá bien floja. Continue Reading