Los más avispados se habrán dado cuenta de que no he dado señales de vida en espíritu RACER desde hace un año, concretamente el día 3 de octubre de 2021, y no ha sido por mi deseo ni por mi decisión. ¿Cómo iba a dejar tirados a mis compañeros con un proyecto en el que he dejado mi tiempo, pasta, y hasta mi salud durante tres años y medio? Obviamente, hay algo que no sabéis, y se nota que no veis mi cuenta de Twitter. Aviso, la lectura es larga.
Y es el momento de romper mi silencio. Llevo mucho tiempo pensando en qué contaros y cómo contarlo, partiendo del supuesto de que la venganza se disfruta más cuando se sirve fría. Este texto lleva meses en borrador. Sumariamente, mi socio y cofundador, Pablo Mayo, decidió traicionarme y quitarme el acceso a todo. Perdí mis cuentas de usuario, mi cuenta de correo… todo. Y sigo siendo accionista, que es lo gracioso o lo lamentable de todo, ¡también es mi empresa!
Inicialmente pensé que fue el fruto de una rabieta porque llevábamos unos días intercambiando unos correos en los que teníamos diferencias de criterio -digamos importantes-, básicamente porque se estaba entrometiendo en todo lo que tenía que ver con mi gestión: lo que se publicaba y lo que no, pruebas de coches, con quién podía trabajar o no… y saltaron chispas. Lo cierto es que llevaba tiempo preparando el «golpe de estado» y no lo vi venir. Confiaba en él como si fuese mi pareja, o casi. Por eso la decepción ha sido tan grande.