Creía que nunca llegaría a decir esto, pero es el momento de admitirlo. El domingo hice mi último intento de ver una carrera de Fórmula 1. Acabé, como siempre, dándole al móvil por aburrimiento, con desinterés, sin ver la carrera ni empezar, ni terminar. En otras palabras, un soberano coñazo.
No creo que sea justo echarle toda la culpa a Antonio Lobato y su cobertura de la Fórmula 1. Eso lo compensa Pedro De la rosa, y mil veces. Es el no saber cómo va en realidad la carrera, que solo me suenan los nombres de un cuarto o un décimo de la parrilla, exceso de pausas publicitarias…
Los coches ya han tocado techo. Los Fórmula 1 fueron más rápidos en la época V10-V8, ahora son más lentos y suenan peor. También se jodió parte de la competición cuando Michelin y Bridgestone peleaban a la vez. Ahora me quedo con la percepción de que los Pirelli son peores (aunque analizándolo friamente, no sea así).