
La revolución en el transporte ya ha llegado, y la realidad cotidiana de ciudades como Madrid y Barcelona es tener un ejército de coches discretos que llegan gente de un lado a otro. No son taxistas, sino VTC (vehículos de turismo con conductor). Detrás de esos viajes hay dos plataformas hegemónicas que ligan clientes con VTC, Cabify y Uber, profundamente odiadas por el sector del taxi; en el argot esos coches son las «cucarachas». En Motor.es hablé recientemente del tema.
Desde 1987 se impuso una relación 1 VTC/30 taxis, de la época en que los VTC eran poco más que limusinas. Ese límite quedó roto por la llamada Ley Ómnibus (Ley 25/2009, de 22 de diciembre), que fue rectificada en 2013 por la Ley Orgánica de Transportes Terrestres (LOTT, Ley 9/2013, de 4 de julio) por el PP y materializada por el Real Decreto 1057/2015, de 20 de noviembre. Entonces volvió el límite 1/30, pero está totalmente roto de facto.
Los jueces están dando la razón a quienes solicitaron licencias VTC de 2009 a 2013, por lo que ahora hay en algunos sitios una relación 1/10. Por mucho que los taxistas protesten nada de eso va a cambiar, y los jueces siguen concediendo licencias aunque ya no se expida ni una más en cumplimiento de la ley vigente. Ha llegado una propuesta nueva, si no se puede evitar que esas licencias existan -ahí el Gobierno ni pincha ni corta-, pues que las recompre.