«Querido aficionado al mundo del motor:
Me presento, soy un coche de prensa. No quiero hacer pública mi marca, modelo, motorización o matrícula por discrección, pero te contaré mi historia.
No recuerdo con nitidez mi ensamblaje, todo era difuso y desconcertante. Quizás empezó todo con mi armazón de metal y luego fueron añadiéndome piezas. Que si motor, equipamiento extra, pintura metalizada… Hasta que no me hicieron el primer arranque en la fábrica, no puedo darte muchos detalles. Junto a mi había otros muchos como yo, pero ellos ya tenían un dueño y yo tenía que trabajar para la empresa.
Me trasladaron al aparcamiento de mi marca y allí esperé a mi primer servicio. Sin haber hecho siquiera un rodaje de cientos de kilómetros, me asignaron a un periodista y le entregaron mis llaves. Este señor, contaba con un papelito que la marca le entregó por si tenía que hablar con los agentes de la Ley sobre mi procedencia. La tarea del periodista es complicada, tiene que dejar al margen sus gustos personales y sacar de mi toda la información que pueda ser de provecho a alguien que le guste un modelo como el que soy yo.
Durante mis primeros kilómetros, atraía numerosas miradas, ya que tuve la suerte de ser un modelo recién lanzado al mercado. No era habitual por las carreteras y exhibía orgulloso mi matrícula nuevecita con las letras más modernas que podían verse.
Él me hizo fotos, estando limpio e impecable. Se fijó en mis virtudes y en mis debilidades, en el tacto de mis materiales, en la calidad de los ajustes, en la sonoridad que transmito, en mis reacciones sobre el asfalto, mi comportamiento en situaciones extremas… Poco a poco me adecué a mi compañero de trabajo. Durante unos pocos días, íbamos a ser inseparables.
También tuve que ser probado en el banco de potencia, se me hicieron mediciones de aceleración, distancias de frenado, recuperación… Tenía que comprobar que todo lo que mis creadores decían de mi era cierto y, a la vez, contar a mis admiradores aquellos detalles que mis creadores no dicen de mi. Estas pruebas suponen para mi mucho esfuerzo y cierto castigo a mi mecánica, pero es por una buena causa.
Cuando vence la cesión, el periodista me tiene que devolver a la sede de mi marca, en el mismo estado que me recogió. Allí devolverá mis llaves y quizás no volvamos a vernos. El personal de mi marca se encargará de dejarme reluciente para el siguiente préstamo, limpiarme a fondo, sacarme brillo, llenarme el depósito de combustible y de vez en cuando, comprobar que gozo de buena salud y que mi chapa diga de mi que soy un coche joven.
Cuando alcance entre 15.000 y 20.000 kilómetros, la marca prescindirá de mis servicios y me venderá como coche de ocasión. Tendré entonces un dueño definitivo o en su defecto, uno que me tendrá mucho tiempo. Mi equipamiento y ventajoso precioso seducirá a quienes se decanten por mi.
Llegado a este punto, no puedo olvidarme de todos esos compañeros que no llegan hasta ese punto por haber sufrido accidentes o averías muy graves. Unas veces por descuido, imprudencia, accidente inevitable o causas de fuerza mayor, sufren un percance y no llegan a tiempo al siguiente préstamo. Unas veces podrán ser reparados y continuar su servicio, por pequeños golpes, una luna rota, reventón, una llanta mellada, un faro, electrónica que no funcione bien… Otras, en cambio, serán fatales y acabarán sus días en un desguace, sin conocer un dueño a largo plazo. Descansad en paz.
Gracias a mi trabajo, el de mis compañeros, y el de los periodistas del motor, haré que otros como yo sean mejor conocidos por el público y se decanten por mis hermanos. Además, las opiniones de los periodistas influirán en el diseño de quienes sean el relevo de mi modelo, mejorando aquello que les criticaron y continuando aquellos detalles que les hicieron dignos de alabanzas y elogios.
A lo largo de mi vida útil como coche de prensa podré sufrir algún percance, ser maltratado o llevado al límite de mis posibilidades, aunque siempre pienso que podría haber sido peor. Podría haber sido destinado a un crash test de la marca o peor aún, tener la ilusión de que me compre un buen conductor y sea adquirido por EuroNCAP o el ADAC. En ese caso, lo último que veré será un muro de cemento o una barra de metal que me hiera de muerte.
Al menos, queda el consuelo de que los coches que sufren ese fatal destino, contribuyen a salvar la vida de muchos seres humanos, a los que servimos desde que fuimos concebidos.
Ahora debo dejarte, pues reclaman mis servicios para una comparativa y debo estar preparado.
Trata bien a tu coche, él haría lo mismo si estuviese en tu lugar.
Un fuerte abrazo,
XXXX-FCL»
Ingenioso, si señor.
Un saludo
Me ha encantado.
Es la 1º vez que opino en este foro, y quiero fecilitarte por el magnifico trabajo que estas haciendo.
Un saludo 😉
Detrás de cada coche hay una historia, si señor. XXXX-FCL, ¡piensa que mejor ser coche de prensa que ser comprado por un desaprensivo!
Plas, plas, plas… Me quito el sombrero Javier por este gran post.
Sigue así 😉
Me ha encantado el post. Yo soy de esos que en cada coche veo una historia, casi los humanizo…. hay que cuidar las cosas y ellas cuidaran de ti. Los coches nos dan muchas satisfacciones asi que a darles buena vida.
Gracias por el post.