Cine y TV

«Águila de acero» (1986), una crítica póstuma

Los cinco años que llevo estudiando periodismo de forma académica (uno de oyente y otros cuatro matriculado) me han hecho ver muchas cosas con bastante más perspectiva. Hoy voy a destripar una película que de pequeño me chifló, «Águila de acero», aunque la traducción correcta habría sido «Águila de hierro». Ahora, con lo que sé, la puedo catalogar como una película de acción, militar y propagandística.

El argumento es aparentemente simple: el hijo de un coronel de las fuerzas aéreas de EEUU que es derribado en un país árabe sin identificar -apesta a que se refieren a Libia- intenta un rescate ante la inoperatividad de la diplomacia. Logrará su objetivo con un coronel que se encuentra en la reserva, y unos amigos suyos -todos hijos de militares- que conseguirán poner a su disposición medios del ejército más poderoso del mundo. Si cuento más, reviento la película entera.

Esta película salió el mismo año que «Top Gun», en EEUU en enero de 1986, en España el 30 de junio de ese año. Cogía varios elementos de distintos subgéneros, como el de propaganda «reaganista» (la guerra fría estaba en uno de sus puntos más calientes), individuales contra un ejército entero, adolescentes que consiguen grandes gestas, o que la vida de un estadounidense vale más que la de todos los enemigos; un poco de todo. Se adorna el resto con música cañera de los 80 y una ¿buena? realización.

Águila de Acero
Al fondo vemos un F-16 con el esquema de camuflaje israelí

De pequeño no me di demasiada cuenta, pero al equipo de realización habría que colgarle de los pulgares. Hay unos fallos de rácor bastiales, aviones que están armados hasta los dientes en un plano, en el siguiente han perdido todos los misiles y bombas, y viceversa. También hay grandes fallos conceptuales, como hacer maniobras acrobáticas de varios G con la mascarilla de oxígeno desabrochada, o el viaje en sí: EEUU – Libia – Alemania ¡sin que siquiera oscurezca! Tócate los webs.

Se puede perdonar, por ser una película, que parezca que un grupo de adolescentes son capaces de conseguir mediante ingeniería social y picardías acceso a los ordenadores del ejército, tomar información de reconocimiento e inteligencia, planes de vuelo aprobados… y que se puedan escapar del país dos F-16B (biplazas), armados hasta el culo y con repostaje en vuelo sin que nadie se dé cuenta. También se perdona la falta de fidelidad entre las cabinas de la película y las del avión real, cosas de la guerra fría.

Precisamente por el detalle de que se veía al ejército estadounidense como una cosa poco seria, la USAF no colaboró en el rodaje. Los F-16 eran de la IAF (fuerzas aéreas israelíes) y los supuestos MiG-23 eran F-21/C-2 Kfir (basados a su vez en Mirage franceses), dada la dificultad de conseguir en los 80 aviones rusos de verdad. Documentándome me he pispado de que el esquema de camuflaje de los F-16, desértico, no se usaba por ninguna unidad de la USAF entonces.

Águila de Acero
El actor Jason Gedrick dio vida a Doug Masters

Esta película estaba destinada, además de al entretenimiento (tuvo otras tres secuelas), a reforzar unas cuantas ideas al público. En los 80 y con Ronald Reagan en la Casa Blanca había que recuperar el orgullo herido por el fiasco de Vietnam, primera guerra que perdieron, y cagadas como el rescate fallido de los rehenes de la embajada de Teherán en 1980. De hecho, hay un comentario poco inocente sobre la eficacia de la administración Carter. Sin conocer en detalle la historia de EEUU desde los 60 hasta el 86, estas cosas pasaban un poco desapercibidas.

De niño recuerdo una peli de acción de aviones, algunas frases lapidarias, y que un chaval podía enfrentarse a jinetes de camellos al mando de aviones y ser el más guay, solo le faltó liarse con una chavala. De hecho, durante años quise ser piloto del Ejército del Aire, pero el español no tiene nada que ver con el de las pelis americanas, y por mucho que me matase a estudiar ahora estaría llevando -si eso- un avión de transporte. Nada de ligarme chatis por ser piloto de caza y posterior bronca en una cantina hasta que llega la PM. Esidoengañao.

Moraleja de la película: ¿para qué perder el tiempo con la diplomacia si puedes solucionar las cosas por tus santísimos co…nes?

Águila de Acero
Louis Gossett Jr. (izda) interpretó al coronel «Chappie», a su vez un homenaje a un aviador afroamericano real de la SGM

Podría haberme hecho un favor a mí mismo y no volver a ver la película, y quedarme con lo que recordaba de ella, pero quería hacer ese ejercicio. Ahora tengo conocimiento sobre industrias culturales, historia moderna, técnicas de propaganda y comunicación, etc. Si uno ve la película con un espíritu crítico, no hay por dónde cogerla. Al menos «Top Gun» estaba mejor a nivel de asesoramiento militar, aunque la finalidad básica sea la misma: calentar a chavales para que queramos meternos al ejército y defender el mundo «libre».

La cinta ya tiene casi 33 años y será completamente infumable para un adolescente actual, ni siquiera se atisba la existencia de Internet. Las escenas del simulador dan la risa floja, y resulta obsceno el nivel de gasto que se permiten los hijos de los militares, como que dispongan de avionetas para echar una carrera a un flipado que lleva una moto, a ver quién es más rápido, e ir a ver a una chati y los colegas con un Ford Mustang descapotable -al menos era un V6  seis cilindros- a los 18 añitos. La música salva a la película, al menos.

El estudio de este tipo de películas, por muy fantasiosas que sean, ayuda a entender en qué contexto fueron «paridas», cuál era su objetivo -más allá de la taquilla-, la época, etc. Al menos puede aportar algo más que la millonésima película de superhéroes, que son productos culturales de entretenimiento a la enésima potencia, y la mitad de las mismas son irrealizables sin efectos especiales generados por ordenador.

¿A dónde quiero llegar? A que cuando una persona no cuenta con la necesaria cultura y formación para entender algunas cosas, es una posible víctima de manipulación. No basta con el que el conocimiento sea accesible, hay que meterlo en uno mismo, y asimilarlo. Eso es lo que realmente nos hace libres como ciudadanos. Nos intentan tomar el pelo todos los días, tanto en este producto de entretenimiento, como en los telediarios y en las actuales redes sociales de Internet. Para que luego digan que estudiar una carrera no sirve para nada.

NOTA: todas las imágenes tienen copyright y pertenecen a Tri-Star Pictures, se han usado con un propósito educativo y divulgativo

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3 Comments

  1. buruburu

    En efecto: siempre es bueno saber. Lo de «la verdad os hará libres» viene de muy lejos, y cada día se confirma más.
    Si ya entre los que sabemos de un tema hay múltiples opiniones y divisiones, imagínate lo colgado que está el que no sabe nada.
    El quitar de la educación materias como historia, geografía o filosofía facilita tener ciudadanos (y consumidores) dóciles al primer manipulador que llegue.

    Reply

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