Mascarillas, una relación de amor/odio – JavierCostas.com
Reflexiones

Mascarillas, una relación de amor/odio

Hilando con los palos que le di a los de «médicos por la verdad», los magufos de moda, hoy quiero compartir con vosotros unas reflexiones. Se me acusa de ser servil con el Gobierno y de estar de su parte. Es lo que tiene hablar sin tener ni puta idea. Partamos de esta base: el coronavirus entra fundamentalmente en el cuerpo por via aérea, y las mascarillas reducen la probabilidad de que eso ocurra, sobre todo si las usan «emisor» y «receptor». Hasta ahí, no discuto nada, de Barrio Sésamo.

España es uno de los pocos países del mundo donde las mascarillas son obligatorias en la calle, hagas lo que hagas (*), porque las comunidades autónomas se han puesto de acuerdo con ello, el Gobierno no nos obliga. En donde resido, Comunidad de Madrid, durante semanas solo fueron obligatorias para espacios cerrados y al aire libre si no se podía garantizar la distancia de seguridad. Parecía una cosa bastante lógica.

Ahora estamos obligados a usar mascarillas en teoría hasta para sacar la basura -individualmente-, para ir solos por la Gran Vía, en las terrazas cuando no estamos dando un sorbo o un mordisco, etc. Estamos obligados a comprar unos productos gravados con el 21% de IVA y que, como señaló Luis del Val en la COPE, antes de la pandemia no valían nada y ahora menos mal que están con un PVP máximo de 0,96 euros (desechables). Previamente, ni a ti ni a mí nos importaba un carajo cuánto costaban las mascarillas porque solo las usaban los sanitarios y los chinos (*).

Ayer salió este vídeo de «La Guarida Del Zorro», canal de Youtube que no sigo pero que me salió como recomendado mientras me hacía el desayuno. Estoy de acuerdo con él parcialmente, eso sí, los cálculos que ha hecho están sobredimensionadísimos y, por otro lado, los impuestos que pagamos no son un «robo» ni un «expolio», aunque es cierto e indiscutible que parte de lo que pagamos en impuestos se va para gilipolleces (una fracción muy pequeña).

Aunque cumplo con las recomendaciones sanitarias, y desde marzo procuro no estar a menos de 2 metros de distancia de cualquier persona que me parezca mayor o simplemente, que no conozca de nada, os diré que me da por el saco el tema de las mascarillas cuando no son estrictamente necesarias. Es decir, si yo voy solo por la calle, como de mi portal al coche, y cuando digo «solo» es  «solo», lo único que estoy haciendo es reducir la vida útil de la mascarilla.

No, no me afecta al oxígeno. No, no me producen hipoxia. No diré esas gilipolleces. Simplemente digo que si no tengo a nadie a quien contagiar (suponiendo que transmito y no me he enterado, porque no he tenido un síntoma siquiera), ni a quien me contagie, ¿para qué? Menos mal que existe la exención de uso para cuando salgo en bicicleta o a andar -deporte individual-, sobre todo si voy por mitad del campo y es dificilísimo cruzarme con alguien. Como si yo tuviese el ébola.

En esta imagen estaba celebrando mi «gesta» de irme pedaleando hasta San Lorenzo de El Escorial en mi vetusta BH Sunny, que tiene casi 30 añitos, pero como no estaba ya -estrictamente hablando- haciendo deporte, me puse la mascarilla solo para que no viniese un agente a llamarme la atención. A mi edad, me da por culo que me llamen la atención, sea de forma justificada o no. La persona más cercana la tenía a 4-5 metros, si llega.

Tengo mi particular rebelión personal contra las mascarillas. Me he comprado UNA, la reutilizable del Decathlon, porque no quiero ser cómplice de la generación de basura utilizando mascarillas desechables. Mi padre me regaló otra. Estoy rotando otras que me regaló mi madre, que trabaja en Sanidad, mas las dos que regaló la Comunidad de Madrid, y tengo otras de reserva. Si me compro otra, será reutilizable también. Hay que cuidar el medio ambiente. Entre rotación y rotación las pongo al sol para que los ultravioletas hagan su trabajo. Las que jubilo las dejo para el invierno, cuando encienda la chimenea, que algo harán.

Esos productos deberían tener un IVA inferior. Los «fachas» (*) de Ciudadanos presentaron una Propuesta No de Ley para rebajar el IVA de productos sanitarios (mascarillas, guantes, hidrogeles), los carentes de fe pueden consultar el Boletín Oficial de las Cortes Generales. Los del PP, «fachas» también (*), hicieron lo propio. Y la extrema ultra derecha, VOX, también lo hizo. Fijaos si son «fachas», que hasta propusieron que las mascarillas fueran financiadas total o parcialmente con dinero público, ¡qué gente tan peligrosa!

PSOE y Unidas Podemos han votado en contra de rebajar el IVA de esos productos argumentando que la Unión Europea no nos deja -pero sí se ha dejado al 0% para hospitales, entes públicos y las ONG, temporalmente-. Pues los franceses lo han hecho, bajando el IVA el 5,5% para esos productos. Los belgas lo bajaron al 6%. Los italianos al 5%. No sé, algo no me cuadra. Además, el uso de la mascarilla no es tan estricto como en España.

Sí, me parece fuera de lugar que un producto obligatorio y de protección sanitaria elemental pague un 21%, y otros tantos artículos no deberían hacerlo, como las compresas y los tampones de las mujeres y «personas que menstrúan», o los libros electrónicos, pero tampoco quiero desviar tanto el debate. Yo firmaría por dejar el IVA como estaba antes de que Zapatero lo subiese al 18% y Rajoy al 21%, el 16% de tipo general estaba bien.

Por otro lado, me resulta comprensible que hagan falta ingresos para el Estado para sufragar los ERTE, las pensiones, las prestaciones contributivas por desempleo, el paro, el ingreso mínimo vital -por mínimo que sea- y todas esas medidas que hacen que la sociedad no se vaya al carajo en un chasquido de dedos. Lo siento, me descubro como socialcomunista peligroso. Y como no hay dinero ni para eso, pues el país se ha endeudado todavía más. Lo pagarás tú, lo pagarán nuestros hijos, y nuestros nietos también.

Y sí, la Organización Mundial de la Salud dijo en su momento que las mascarillas no eran necesarias para la población general ¡pero cambiaron de opinión! Y también es cierto que cuando algo no es obligatorio, tendemos a aplicarlo de forma muy laxa o por el criterio de nuestros santísimos genitales. España es un país particularmente indisciplinado en ese sentido, y no mires para otro lado, porque estás de acuerdo conmigo. Los hay peores, sí, y los hay mejores, también.

Al menos se estableció la sensatez con lo de los guantes de nitrilo, ya lo que nos faltaba. Lo importante es tener las manos limpias de forma constante, no usar guantes. Hay que hacer como nuestro presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, lavarnos las manos con frecuencia y que la culpa sea de los demás.

Seguro que has oído alguna conversación, o has sido partícipe de, en las que se argumenta que con tal de no llevar la puñetera mascarilla pasa de salir de casa a hacer turismo, a consumir, a comprar, y prefiere su reducto de libertad particular a cara descubierta. Como el fanático que escribe estas líneas, va sin mascarilla por casa, eso y salir al balcón a enseñar la chorra a las vecinas al salir de la ducha es prácticamente lo mismo (aunque todavía no se ha ilegalizado). Si me miran siempre puedo argumentar violencia feminista (*) y denunciar.

Os confieso que también suelo conducir sin mascarilla, soy un temerario, incluso a ventanilla bajada. Me la he puesto cuando he llevado un extraño en el coche, o en un brote de paranoia, que quise reducir a 0 la probabilidad de meter el bicho en el coche de mi madre antes de devolvérselo, subiéndome ya enmascarillado y con las manos hidrogeleadas. Soy humano, tengo mis momentos también…

Si estuviésemos en una sociedad bien informada, que aplicase racionalidad y conocimientos científicos elementales, no haría falta obligarnos a ir con mascarilla a todas partes. No le echemos la culpa a los medios de comunicación, la sociedad también tiene de lo suyo, sobre todo cuando se acusa sistemáticamente a mi gremio, el periodístico, de intoxicar y desinformar. Claro, como los memes por redes sociales no lo hacen… (*).

No deberíamos hacer las cosas porque nos obliguen, sino por concienciación, y esto se aplica a muchos ámbitos, como uno del que me suelo ocupar cuando no hay pandemias, la seguridad vial. Que algo no esté expresamente prohibido no significa que sea bueno o inocente hacerlo. En este punto yo me retiro, le dejo el sitio a los filósofos, como a Salvador Illa, ministro de Sanidad, y yo me retiro de nuevo a mi cueva ideológica.

Y pese a todas mis disconformidades con el sistema, seguiré cumpliendo con las recomendaciones sanitarias todo lo que pueda, para que mi contribución a la pandemia sea nula o de escaso impacto. Bastante con que puedo protestar desde casita sin que la policía me infle a porrazos o me envenene el café algún hijo de Putin con un agente tóxico. El Gobierno no va a parar solito al coronavirus, lo que hagamos a nivel individual y colectivo también cuenta, seamos adultos.


NOTA: donde veáis un «(*)» significa «leer con ironía».

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4 Comments

  1. Jaime

    Yo soy enfermo crónico hace 22 años, Javier. De esos 22 años, llevo 20 con tratamiento inmunosupresor. Yo iba ya con mascarilla mucho antes de que la hiciese obligatoria la CAM y, cuando me muevo en ciertos entornos, salto a la FFP2 (sin filtro) por aquello de que el bicho no me lleve puesto. Digo esto para aclarar que, con obligatoriedad o sin ella, yo ya llevaba mascarilla y asumo que me esperan 2-3 años de mascarilla, como mínimo y con suerte.

    Sospecho que la decisión de hacer obligatoria la mascarilla se basa en dos criterios esenciales:
    1. Volcar la responsabilidad de la crisis hacia la responsabilidad individual; porque la culpa es «nuestra», aunque luego un empresario que no respete las normas de ventilación pueda generar en una empresa un brote de 195 personas como sucedió no hace mucho. Esto por no hablar de lo que la ausencia de gestión por parte de responsables autonómicos o nacionales pueda estarnos costando, que también. ¿Soy el único al que le llama la atención que NADIE haya hablado de los brotes que están sucediendo en lugares de trabajo? (Y ojo que soy empresario, bien jodido por la crisis del covid)

    2. Como tú comentas, intentar forzar la máquina para que, en un país con tendencia al incumplimiento, cumplamos el mínimo. A día de hoy yo me sigo cruzando con gente que sale del ascensor sin mascarilla y ya he renunciado a decirles nada: me toca meterme en ese habitáculo (ventilado de miedo, claro) y rezar para que el fulano o fulana no tuviese el bicho o tirar por las escaleras. No entro en categorías como adolescentes, ancianos ácratas o rompepelotas con sesgos ideológicos o psiquiátricos del tipo que sean.

    También te digo que yo no he visto más que un intento de «coacción policial» y fue en un pueblecito del sur de España a un grupo de casi quince adolescentes de los cuales sólo uno llevaba mascarilla a la vista. (No digo bien puesta, digo a la vista). Hay un viejo dicho que dice que las leyes que no se hacen cumplir no existen (Un poco como lo de circular por la derecha en autovías de tres carriles).

    Un saludo
    Jaime

    Reply
    1. Javier Author

      Poco o nada puedo añadir a tu mensaje, gracias por aportar tu opinión y experiencia.

      Menos mal que ahora hay mascarillas en cualquier lado, porque el desabastecimiento a gente como tú le venía jodidamente mal.

      El pasado sábado, el último del año con piscina, después de que los grupos «semicerrados» de chavales de mi urbanización llevasen viéndose todo el verano con las mascarilla en plan «figurín», un vecino tocapelotas llamó a la local y vinieron a echar la charla a toda la piscina. ¿A toda? No, yo me libré porque estaba nadando, pero vamos, que cuando no tenía mis 2 metros de distancia social mínima, iba con la mascarilla puesta, por puro civismo… y porque cogerlo yo me preocupa, pero contagiárselo a alguien -estando asintomático- me preocupa más.

      Reply

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