A la hora de comprar un coche, hay una serie de factores racionales y otros irracionales. Dependiendo del cliente, una de las dos componentes puede ser totalmente inexistente, pero lo ideal es que haya una parte de cada una de cara a hacer un buen negocio.
Salvo que estemos pensando en algo a corto plazo, no más de cinco años, hay una serie de consideraciones en las que muy pocos entran y deberían hacerlo. Un coche supone muchos más gastos que echar combustible y pagar los plazos, y eso al cabo de los años es mucho dinero, por encima de lo que costó el coche inicialmente.
Cada vez estoy más convencido de que hay que ofrecer servicios de asesoramiento de compra, pero de forma independiente. En un concesionario nos pueden asesorar sobre lo que allí se vende, una o varias marcas, pero difícilmente el comercial nos va a animar a comprar un coche de la competencia por muy honrado que este sea.