Una de las noticias del día es la sentencia contra la tuitera Cassandra Vega (@kira_95), un año de prisión -que no tendrá que cumplir- por publicar tuits muy polémicos sobre Carrero Blanco y otras personas. Además, le inhabilitan a siete años para cargo público y pierde derecho a ser elegida (sufragio pasivo). En la página Web del CGPJ se puede leer con más detalle y próximamente descargar la sentencia, está pendiente de eliminar sus datos personales, como su nombre legal. En un medio provincial ha salido el mogollón completo.
Antes de nada, quiero dejar clarísima una cosa: estoy bastante lejos de ser sospechoso de ser franquista, y considero que hacer chistes sobre actos terroristas en público es lamentable. Uno en su esfera privada, con sus colegas, puede reírse de quien quiera, pero otra cosa es hacerlo en Twitter, aunque en su momento no te lea ni el Tato.
He leído los tuits polémicos (se pueden leer en Verne) y otros tantos que la figura ha hecho durante los últimos años. Ninguno me ha hecho gracia, y hay más de una perla que podría equipararse al de un contundente adjetivo castellano: gilipolleces. No simpatizo con Cassandra, ni la conozco, pero después de ver las cosas que tuitea, tengo que decir que no me inspira lástima.