Ayer tenía que realizar un cambio de coche dentro de la misma sede, dejaba uno y me llevaba otro. Como me separan 40 kilómetros y tenía que hacerlo a primera hora (8:15) pues me quedé a dormir en casa de una amiga que vive muy cerquita, en Alcobendas. Así me ahorraba un atascazo de la de Dios…
Una vez repuesto de dormitar en un sillón de 1,60 metros (uno mide 1,72), cuando estaba desayunando vi por la ventana un todocamino negro que me era familiar: «Anda, este es como el que tuve yo hace unas semanas». Cuando bajé a la calle para irme, me fijé de nuevo en el coche. La matrícula me sonaba, 2203 GFL…
El caso es que me picó la curiosidad y miré la parte trasera. Tenía la misma marca de aparcamiento que la unidad de prensa que tuve, así que le eché un par de fotos, no me apetecía apuntarme la matrícula.
Una vez en casa, eché un vistazo a mi colección de fotos y BINGO:
Ya es casualidad oye… con lo grande que es Madrid… Para mayor hilaridad, mi amiga cuando se fue a trabajar también notó que le sonaba el coche, ya que una vez fui a visitarla con este precisamente. Cuando se lo conté se tronchó de la risa. Era demasiado retorcido, ¿o no? No sé si esto supera a lo del Saab 9-5 de Plácido Domingo.
Al que le interese leer la prueba, está colgada en Motorpasión: parte 1, parte 2, parte 3 y parte 4.
A ver cuándo toca el próximo «avistamiento». Sólo ha habido dos veces en casi cinco años de probador que me he cruzado accidentalmente con una unidad de prensa que ya había tenido y no era en las cercanías de una sede.
Llama a Iker, pero ya. 🙂
Lo de dormir en un sillón es, porque tú quieres.
O a lo mejor el si queria… 😀 es broma
Mal pensados. Javier sabe que tiene una habitación reservada para cuando él quiera o necesite, en situaciones así, en una casa donde, ahora, ya no hay hijos.
Claro que… es muy triste ir a una casa así. Es preferible un sillón, aunque sea pequeño.