De vez en cuando, sueño, como todo el mundo, pero tengo sueños sobre coches con más frecuencia que una persona normal (creo). Un día de estos me haré psicoanalizar. De los tres últimos que recuerdo con algo de nitidez, puedo hablaros de tres. Hay otro además sobre el Skoda Citigo pero no consigo «recuperarlo».
El primero de la tríada iba sobre una adquisición nueva. Me había comprado una pick-up Ford Ranger, con 10 ó 12 cilindros, un auténtico mastodonte, pero el modelo americano. Se trataba de una versión híbrida, que por supuesto no existe, que rendía 333 CV (coincide con lo que dan algunos híbridos en el Grupo VAG). Lo recuerdo nítidamente.
Para más inri, estaba convertida para GLP, con lo cual me salía, al menos en el sueño, el kilómetro 4 céntimos. ¿Y por qué me compraría yo semejante absurdez automovilística? En su momento me justifiqué con este motivo: «Quiero conducir como lo haría Chuck Norris». Me doy miedo a mi mismo. Sigo.