Esta mañana, volviendo a casa para comer después de una sesión de fotos al coche de turno, vi en el retrovisor a un par de magrebíes europeizados, con su peinado, bien vestidos… en un ciclomotor y sin el casco en la cabeza. Uno de ellos, el «paquete», lo llevaba puesto en el codo. Cuando iban a sobrepasarme, como iba con la ventanilla bajada, grité «¡Casco, casco!».
No sé qué entendieron, seguramente algo bonito para ellos no. Cuando paré el coche, fuera de la calzada principal, el «piloto» me dijo «¿Qué pasa?» y le constesté con toda la tranquilidad «No vayais por ahí sin el casco que os vais a romper la cabeza». Le cambió la expresión de la cara completamente y me dio las gracias. ¿Qué entendería antes? A saber…
En una caida tonta, se pueden producir como mínimo unas heridas muy desagradables en la cara, y luego ni el afeitado de anuncio, ni la gomina, ni la ropa más o menos cara arreglan el posible estropicio. Y si la caida es más seria… pues qué voy a contar a estas alturas, ya inventaron la pólvora.
Si lo que quieren es mostrar su cara o sentir el viento contra ella, hay cascos homologados que pueden ser providenciales en una caída a poca velocidad, y se sigue viendo la cara. De verdad, no entiendo a los que van sin casco, por mucho que me lo justifiquen.
P.D.: Por cierto, cuando les dije lo del casco, no había tráfico por delante, de modo que con mi buena intención no los puse en peligro.