Hace tiempo que venía rumiando la idea de comprarme un Toyota Paseo. La primera vez que me fijé en uno de estos coupés humildes de finales de los 90 fue cuando vivía en Sevilla, vivía bien con el dinero que ganaba y era un simple capricho razonable. Esta vez me he desquitado, ahora que vuelvo a respirar a nivel financiero al trabajar con gente que valora lo que hago de forma justa. Estaba hasta los cojones de pasar penurias económicas y de no poder permitirme un buen capricho.
No necesito este coche para nada, ya tengo dos, y lo he comprado por la simple razón de que me salió de las pelotas. También lo he comprado por fastidiar: no tiene distintivo ambiental (donde vivo, es un adorno en el cristal), es un coupé (estoy harto de tanto puto SUV), ligero y divertido, tiene 24 años (¡Pere! ¡Soy un peligro rodante!), me apetecía tener un utilitario con un mínimo de personalidad, la marca ya la conozco de sobra, y se cruzó en mi camino una unidad muy decente. Lo vi un jueves y me lo llevé un sábado por la mañana. Es mi cuarto Toyota.
Cumple con los tópicos y están verificados: casi siempre garaje, único dueño, no fumador, no circuito, no cortes de inyección, mantenimientos en la casa durante los primeros 13 años, etc. Era de un señor mayor, de la edad de mi abuelo, a quien he transmitido a través de su hijo que esté tranquilo, que cuidaré mucho de su coche y no pisará un desguace a menos que me hostien. Seré su segundo dueño. Continue Reading