Informaba hace horas en Motorpasión de la próxima intención de la clase política. Aquellos que sean sorprendidos conduciendo muy deprisa (>200 Km/h en autovía, >180 Km/h en secundaria o >110 Km/h en poblado) podrán ir a la cárcel entre tres y seis meses antes de fin de año. Me corté a la hora de dar mi opinión personal para tratar de ser un poco más objetivo, ahora me mojaré un poco.
Esta medida no será excesivamente popular, pero es una buena idea, si se hace de la forma correcta (y si dan ejemplo, que esa es otra). Los que circulan tan deprisa, borrachos (>1,2 mg de alcohol en sangre), con los puntos retirados (por algo será) o sin el permiso vigente, en mayor o menor medida son peligrosos y sobran del asfalto. De hecho, sobran más los que pecan de exceso de imprudencia que los que pecan de exceso de prudencia.
Por un lado, las penas no son largas, supondrán una putada para el que le «entaleguen», pero dará tiempo a pensar un poco. Las multas se pueden pagar, los puntos te los pueden quitar (se pueden recuperar), pero estar desprovisto de libertad mezclado con los elementos menos recomendables de la sociedad, eso sí que es para meditar. Por otro, quien ponga en peligro la vida de los demás, estará más guapo 5 años en prisión que sobre el asfalto, atentando contra el más elemental derecho del ser humano, la vida. La tuya, la de tu padre, la de tus amigos, la mía, la de todos.
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