El lunes afronté por primera vez en mi vida el trámite de la Inspección Técnica de Vehículos (ITV), ya le tocaba. Faltaban unos pocos días para que venciera. La pasó el año pasado con las ruedas hechas mierda (cuarteadas y caducadas, dibujo justo) y los frenos delanteros gastados, así que este año debía pasarla con ruedas nuevas y frenos revisados.
El cabalo de batalla iba a ser mi «capricho» de llevas luces de circulación diurna (DRL), no es equipamiento de serie, y aún sabiendo que todo está en regla, algún técnico se podía poner tocapelotas. Y así ocurrió. Pero bueno, antes de eso, por poco no consigo homologar las luces normales…
… ya que estrené mi historial de golpes con el coche. Estaba parado en un cruce, en frente de la ITV. Estaba pensando, durante un par de segundos, por dónde tenía que entrar. Cuando lo determiné me eché a la derecha, pero un SEAT León negro salió de la nada (el ángulo muerto) y nos dimos. El intermitente derecho de la aleta, al cuerno.